Escribí hace algún tiempo un artículo con ese título, "Los misiles nos apuntan", y me refería en él a la situación geoestratégica de Canarias, que como tal debería permanecer dentro del espacio de una neutralidad definida, puesto que el mundo en aquel entonces estaba partido en dos: el bloque soviético, bajo el mando de la URSS, y el occidental, comandado por los EEUU. Y que si Canarias se alineaba con el occidental, los misiles desde cualquier país europeo perteneciente al Pacto de Varsovia de entonces bien pudieran estar apuntándonos, por lo cual era irrenunciable que Canarias permaneciera fuera del objetivo de cualquier dispositivo militar y de guerra, y por ello, en el referéndum de entrar o no en la OTAN, Canarias dijo que no.

Pero la cuestión es que en estos momentos de incertidumbre, de silencios consolidados, de martingalas especulativas con los papeles de este o de aquel que circulan en páginas webs, sí que nos llegan noticias, pero de contenido contradictorio, o al revés. O sea, ya los misiles no nos apuntan, ahora nos protegen. Lo cual quiere decir que estamos en las mismas. Sentirse protegidos por cualquier tipo de artilugio de guerra altamente sofisticado es continuar estando en el punto de mira. Y en estos momentos no se sabe de quién, si de grupos terroristas islámicos, si de países imperialistas o anexionistas, si qué.

Lo que sí sabemos, y hay que pensar que se está en lo cierto, es que con el pretexto de controlar del norte de África y las riquezas petrolíferas de la plataforma marítima continental canario-sahariana-marroquí y su distribución por el resto del continente por parte del Gobierno español y en pro de los EEUU, se cederá a este país algún puerto de Canarias. Pudiera ser el de La Luz, como base de operaciones y de abastecimiento y ampliar el radio de operatividad del Africacom.

Así como el interés que se ha tenido y tiene por parte del Gobierno español de buscarle solución al Sahara Occidental -y así fue su propuesta-, de incorporarlo a Marruecos como una autonomía más y marroquinizar una zona que está en litigio en las altas instancias internacionales y que bajo cuerda, y con la aquiescencia de este o de aquel, se salta a la torera cualquier tipo de acuerdo con tal de caer simpático o por mera estrategia "miedo-política" (digo bien "miedo") a quien sea.

Es lo mismo que nos apunten o que nos protejan. Tanto una situación como otra suponen tenernos bajo el punto de mira. De ahí que se haga necesario e imprescindible que se tenga presencia donde sea, en el organismo internacional o europeo competentes para que Canarias sepa con quién se está jugando los garbanzos, para que no nos toque más que lamentarlo. Y no estamos jugando a la demagogia facilona, ya que de todos es sabido cómo en el planeta, y a velocidad de vértigo, se pasa de una paz más o menos sostenida a un conflicto truculento.

La situación estratégica de las Islas sigue estando ahí, es inamovible, pero va siendo hora de no continuar siendo testigos mudos de una historia mal contada y saber a qué atenernos o, al menos, intuir para dónde hay que salir corriendo si se sigue en la misma tesitura de ocultismo en lo que a política internacional y a las Islas se refiere, ya que de momento se tiene la sensación de que estamos instalados, más o menos, en el reino de Babia.