RESPETAMOS mucho a don Paulino Rivero. Sabemos que es un patriota canario. Un descendiente de los guanches masacrados hace casi seis siglos por los salvajes colonizadores de estas tierras. Esto lo hemos dicho muchas veces, como también hemos dicho que es el actual presidente del Gobierno de Canarias, en función del cargo que ocupa, la persona más adecuada para decirle a Zapatero, e incluso al monarca español, que ha llegado la hora de poner fin a la situación colonial de Canarias. España está cayendo al abismo y nos está arrastrando con ella. En febrero del próximo año visitará Madrid la canciller alemana Angela Merkel para reunirse con los empresarios y sindicatos españoles. Zapatero asistirá a esa reunión como un convidado de piedra; como el don nadie en que se ha convertido ante los ojos de los líderes europeos y mundiales. Como el político desastroso que ha hundido a un país, pero también como el dirigente egoísta que no quiere salvar del desastre por lo menos a Canarias. Zapatero sabe que estas Islas no le pertenecen a España. Son una falsa comunidad autónoma española por la fuerza. Si Zapatero fuese un mandatario inteligente, como lo fueron en su día los portugueses que le concedieron la independencia a Cabo Verde, pondría en marcha el proceso de descolonización de nuestras Islas. Sólo ese gesto redimiría ante la historia su nefasta gestión como gobernante, porque lo convertiría en el reparador de un genocidio; de un delito de lesa humanidad cometido por sus antepasados en el siglo XV.

Sin embargo, somos conscientes de que ni Zapatero, ni ningún gobernante español, tendrá hacia los canarios ese gesto generoso. Al contrario: España se aferrará a la finca canaria; a la teta canaria. El Gobierno de España seguirá con sus subterfugios diplomáticos para ocultarle al mundo que somos una colonia. Es lo que ha hecho siempre. Como también es una conducta habitual de los gobernantes españoles concederles a los canarios unas migajas de lo mucho que se llevan de aquí. Ahora es esa afirmación estúpida e imposible, porque no tiene cabida en el Derecho Marítimo internacional, de que el Gobierno de Canarias tiene potestad sobre sus aguas interiores. No nos extraña que hayan engañado a su Niña en Madrid, don Paulino, porque a ella le basta con que la dejen jugar a la política pura, pero no comprendemos que hagan lo mismo con usted, que es una persona inteligente además de un patriota cabal.

Que no, don Paulino; que no tendremos nunca más aguas que las que en su día nos proporcione la independencia. Jamás tendremos más aguas que las que nos dé el ser una nación con Estado propio. Déjese de monsergas y de engañar al pueblo, porque las consecuencias las sufrirá el pueblo pero también usted en el futuro. Si no da el paso de pedir la independencia, tendrá que esconderse porque no podrá salir a la calle sin que los ciudadanos lo afrenten por lo que no ha hecho: liberar a Canarias de las garras de los españoles. ¡Don Paulino, está a punto de tener que ocultarse! ¿No se da cuenta de esto? Además, el día que amanezcamos con la chilaba a los pies de la cama, también lo responsabilizarán a usted por no haber impedido que Marruecos nos anexione como parte de su territorio. Posiblemente tengamos una amplia autonomía, pero no seremos una nación libre que nos proporcione, legítimamente, la identidad que nos corresponde: la de canarios. Y usted, don Paulino, dejará de ser un presidente autonómico al servicio de los españoles para ocupar tal vez el mismo puesto pero como lacayo de Mohamed VI. ¿Quiere usted ser un lacayo de Marruecos? ¿No le basta con ser un esclavo de los españoles como todos nosotros, pudiendo ser el ciudadano de un país libre, como lo son nuestros vecinos los caboverdianos? Reaccione don Paulino, que el tiempo se nos acaba; cuando lleguen los marroquíes ya será tarde.

¿De qué nos sirve decir, como afirmó usted el viernes ante los periodistas, que la nueva Ley de Aguas multiplica por siete la superficie del Archipiélago, si mientras seamos una colonia de España no somos dueños ni de un puñado de tierra canaria? De esta querida tierra canaria que nos quitaron un mal día hace casi seiscientos años, y que siguen esquilmando otros en su propio beneficio mientras nuestro pueblo pasa hambre y nuestros hijos tienen que emigrar.