A PESAR de las críticas que han llovido sobre don Paulino Rivero desde todas partes, y, especialmente, desde el sector turístico de Canarias, por haber asumido en calidad de presidente del Gobierno autónomo las competencias de turismo después de destituir a la inepta de doña Rita Martín, la verdad es que hay que agradecer al señor Rivero los esfuerzos que ha realizado para tratar de estabilizar la política turística cuando esta nave se quedó sin timón.

Yo no sé cómo estarán las relaciones de amistad, y de las otras, entre el señor Rivero y don José Manuel Bermúdez, que es consejero de Turismo del Cabildo Insular de Tenerife, además de vicepresidente primero de esa corporación, pero ambos son miembros destacados del mismo partido, Coalición Canaria, y deben, lógicamente llevarse bien y así debe de ser, porque, recientemente, Bermúdez ha dicho públicamente que es necesario invertir en los municipios turísticos principales como el Puerto de la Cruz, que precisa una rehabilitación integral de los espacios públicos y de las infraestructuras privadas del mismo carácter, y da cuenta el consejero de los gastos llevados a cabo en obras para mejorar los establecimientos de hostelería y, en general, todo lo que favorezca los atractivos para el turismo en diferentes zonas del norte y del sur de Tenerife consideradas de interés turístico, como los municipios de Arona, Adeje y Santiago del Teide. Precisamente, el Cabildo, y Bermúdez tiene parte en este asunto, acaba de destinar la cantidad de veintidós millones de euros a la rehabilitación de espacios turísticos en los municipios citados del sur y en el Puerto de la Cruz. En total, treinta y seis actuaciones.

Y a todas estas, ¿qué hace la consejería, asumida por el presidente Rivero? Que se sepa, nada importante, a menos que haya incomprensible secretismo sobre las actuaciones, además de ninguneo del señor Fernández de la Puente por parte de don Paulino, que eso sí ha salido al público.

Uno, que no es experto en el tema turístico y que ha viajado y visto cosas en más de medio mundo, en sus habituales desplazamientos sin salir de esta isla, ha observado que poseemos unas bellezas naturales inigualables sin tener que hacer aportaciones para rehabilitar nada. Aparte de las Cañadas y de todo el Parque Nacional del Teide, el señor consejero en funciones podría desplazarse desde su residencia de El Sauzal, donde también se encuentran bellezas de esta clase, y darse un recorrido por el vecino término de Tacoronte, fuera del centro urbano que todos conocemos; dirigirse al Pris, por la cuidada red de carreteras desde donde se ven hermosos panoramas y se contempla un bello urbanismo muy cuidado que llama la atención por su belleza arquitectónica y su acierto en el trazado, en el que nada falta y sobran las buenas impresiones. Puede llegarse don Paulino a los términos de La Matanza y de La Victoria, en los que un simple recorrido por los lugares históricos de la Batalla de Acentejo puede sorprender y admirar al visitante.

He mencionado solo dos lugares por visitar, donde todo está allí y no hay que rehabilitar nada ni aportar atractivos. A esos lugares y a miles de otros solo de la isla se puede llevar al turista, que lo agradecería más y costaría menos o nada que un atrayente parque o una estancia en un gran hotel.

Otras veces he mencionado en estos comentarios la necesidad de incrementar la red de senderos y he indicado lugares como los altos de Los Rodeos o las cimas de los montes tacoronteros y aledaños de la carretera dorsal, que están al alcance de la mano, cuesta poco realizarlos y apenas se transitan quizás porque no se dan a conocer por quienes pretenden atraer a los turistas.

En resumen, oportunidades no faltan. Más bien sobran. Todo o casi todo está hecho por la Naturaleza, no solo en Tenerife, sino también en La Gomera, en El Hierro, en La Palma y en las islas orientales. Un tesoro que nadie explota.