1.- Dijo Sartre: "La patria, el honor, la libertad; de eso, nada: el Universo gira alrededor de un par de nalgas. Eso es todo". Fui un buen lector de Sartre en mi época universitaria. El sentido de la frase se lo voy a dar al final de estas reflexiones muy personales. Me llama un amigo, felizmente jubilado, una persona muy inteligente a la que aprecio mucho. No doy su nombre, pero él se dará cuenta enseguida. Me dice: "A los que dicen que te vendes, porque dices cosas de ellos que nadie diría, yo siempre les pregunto: ¿y qué haces tú, que no has sido capaz de comprarlo?". Si fuera verdad todo lo que dicen de mí yo sería rico. Y soy más pobre que las ratas, así que los que dicen que me vendo dirán ahora que además de vendido soy derrochador, que no ahorro lo que he cobrado. Nunca lo dejan tranquilo a uno, aunque es verdad que uno tampoco deja tranquilos a los demás, así que vivo sin vivir en un honroso combate nulo. Y en estos tiempos en los que la política, por mor de la cosa electoral, sobrevive a las inclemencias, a uno lo vuelven a poner con el culo hacia La Meca. Es decir, a caldo de pota. El sino.

2.- Estoy con Sartre en su pasotismo. Me he convertido, con el tiempo, en un auténtico escéptico. Pocas cosas que no sean las más íntimas y familiares me interesan ya. Parece que uno tiende, con los años, a desprenderse de casi todo. El otro día me visitó un catedrático de ecología. Me dijo: "Lo veo a usted mejor de lo que dice por la radio que está". Se lo agradecí. Mi gasolina es el sol y del sol hemos disfrutado mucho en estos días de verano inapropiado. Fíjense que una vez me dio por montarme en el Dragón Khan, en Port Aventura. Cuando se cerró la cremallera de seguridad de la vagoneta yo sentí que sólo se habían ajustado dos de los muchos dientes de mi cinturón. Hice señas al maquinista para que no echara a andar la noria, pero no me oyó. Yo pensé que me iba a caer. Me aferré a los dos asientos de al lado, lo que habría sido inútil, dado mi peso. Escapé, no me digan ustedes cómo. Al poco tiempo, un chico de Las Palmas cayó al vacío, porque al parecer no le ajustaron bien esa cremallera. El primer gordo muerto en el Dragón Khan podía haber sido yo.

3.- Mi universo, pues, ha de ser de escepticismo. Varias veces he escapado de accidentes inverosímiles que para otros fueron mortales. Estoy con Sartre en su descreimiento callejero: "La patria, el honor, la libertad; de eso nada. El Universo gira alrededor de un par de nalgas. Eso es todo". Me río de aquellos que dicen que me vendo, ocupado como estoy en mis prosaicos pensamientos de recta final. De todas formas, si alguien me quiere comprar, se admiten ofertas; porque ya puestos. Al fin y al cabo, ¿qué es un periodista sino el dueño de una pluma de alquiler?