EN ESTA ISLA y en esta capital nuestra no cabe duda que quedan muchas cosas por hacer, unas más urgentes que otras. Entre las primeras, indudablemente, a la cabeza, están los hospitales públicos del Norte y del Sur de la Isla, cuyas obras, iniciadas hace tiempo, esperan a que alguien, con sentido de la responsabilidad o, simplemente, con sentido común, les dé el impulso definitivo para ponerlas en funcionamiento y salvar las vidas de los muchos que pueden morir en el traslado hasta los hospitales Universitario de Canarias o de La Candelaria.

He calificado de incomprensible, en un país medianamente civilizado, este palpable abandono y desconsideración, no sólo con los vecindarios de esas zonas bastante pobladas, sino con los muchos visitantes que ocupan los hoteles y apartamentos de esos lugares de interés turístico. ¿Están esperando nuestras incompetentes autoridades a que la víctima de esa dejación sea una personalidad extranjera destacada de estancia temporal y que la noticia sea divulgada por los medios informativos de todo o medio mundo? Pues a eso es a lo que se están exponiendo los que mandan en la Isla y que en vez de conseguir que se incremente la atracción turística, lo que Tenerife consiga es la repulsión de todo el posible turismo.

Esto de los hospitales, eternamente en obras, es el problema, insisto, a resolver con urgencia, pero el interés que no se pone en este tema, sobra y es inoportuno y más incomprensible aún, cuando en una ciudad como Santa Cruz de Tenerife se está llevando a cabo ya, cuando nos acosa lo peor de la crisis económica, unas obras innecesarias, molestas para la población y para el tráfico y de un coste elevadísimo como son las que se efectúan en el litoral santacrucero afectando a la avenida de Anaga y a la mayor parte de la zona costera. Ya se trabaja, al parecer, en una especie de vía subterránea; desaparecerán cientos de espacios de aparcamiento, terrazas de los bares, algunos de los cuales tendrán que efectuar obras o cerrar los comercios, con lo que aumentará el paro.

Yo no digo que, conforme a los supuestamente nuevos conceptos de un Santa Cruz más bello y más atrayente, las obras que van a efectuarse no sean útiles a la larga. Pero la pregunta que todos los santacruceros se hacen es ¿son necesarios esos trabajos en un momento de crisis como el actual? ¿No puede esperarse unos años a que mejoren las negativas circunstancias y, entonces, llevar a cabo las reformas, que no son tan urgentes como la de la playa de Las Teresitas? En lo que atañe a Santa Cruz y los hospitales públicos del Norte y del Sur, en lo que respeta a la Isla, ¿quién o quiénes tienen razón? Seguro que ninguna autoridad responsable responderá esta pregunta.