RECIBO, enviada por correo a esta Casa, una carta que no tiene firma. Solo un renglón que dice "Vecinos honrados de Tacoronte", todo en mayúsculas. Se adjunta a la misiva sendas fotocopias de dos artículos míos publicados hace algún tiempo en esta columna. Por el orden que los cito, uno se titulaba "Posibles cambios en Tacoronte"; y el otro, "En la muerte de un amigo entrañable". El orden de la publicación es, justamente, el contrario de como los cito.

En ambos he hecho una crítica, quizás algo dura, pero respetuosa, a la gestión del todavía alcalde de la ciudad, don Hermógenes Pérez, al cual, en ocasiones anteriores, también he criticado con ocasión del Plan de Ordenación del municipio, que dio lugar a una sonada y enérgica protesta por parte del pueblo y he comentado la intención del alcalde de no presentarse a la reelección, escrito en el que he dado mi opinión sobre gestiones del señor Pérez, a mi parecer muy desafortunadas, y en las que no puso interés alguno en llevarlas a cabo.

Eran cuestiones que aparecen en el programa del grupo socialista y fueron presentadas al pleno municipal por el citado grupo, en forma de mociones. Una fue pidiendo la reconstrucción del emblemático edificio del hotel Camacho y otra el plan de explotación de las tierras productivas del municipio actualmente abandonadas, lo que supondría cosechas que incrementarían la producción agrícola ahora inexistente y la creación de puestos de trabajo para jóvenes y menos jóvenes tacoronteros en paro.

Eso, que lo repetí en el otro artículo, dedicado al fallecimiento de mi muy querido amigo el concejal socialista Julián Hernández, será "triste y penoso" y debería serlo más aún para los "vecinos honrados" de la carta, porque Julián era un gran edil y un político muy valioso que pudo haber hecho grandes cosas para Tacoronte, pero lo aburrió don Hermógenes y, al regreso a Venezuela, donde lo trataron mejor que en su tierra natal, ya ven, falleció y solo lo podemos llorar, ustedes, señores "vecinos honrados", como paisanos, y yo, como amigo entrañable.

No, señores, "triste y penoso", y más, insisto, para ustedes como tacoronteros y, para mí, como amigo, pero no hay ni "incoherencia" ni "inexactitud" ni "falsas verdades", que esas son las suyas cuando dan entrada a la serie de insultantes y falsos desatinos al exalcalde Guillermo Grahan. Y conste que no dudo de lo bueno que dicen que hizo don Hermógenes, que yo no les he desmentido ni anteriormente ni ahora, pero sí he criticado lo mal y ahí me he quedado.

Y no intenten, señores "vecinos honrados", darme lecciones de ética, cuando llevo en este oficio bastante más de medio siglo. Aplíquenselas ustedes, que buena falta les hace.