1.- Se han movido los internautas para averiguar dónde se encuentra un bar-restaurante llamado El Quinto Coño. Y la última noticia que tengo es que, por fin, el mencionado negocio ha sido localizado en Badajoz. Bueno, pues tranquilidad en las masas. Una vez pasé por Lepe, camino de Portugal, y en plena carretera general divisé un enorme cartel que decía: Bar del 500 Centenario. Es decir, que su dueño no se percató de que 500 veces un siglo eran demasiados años para un modesto negocio que pretendía conmemorar sólo cinco siglos desde la Conquista de América, un suponer. Claro que podríamos decir muchas cosas de los nombres de ciertos restaurantes. En el Sur de Tenerife, hace muchos años, un hombre puso un negocio de comidas, creo que en Adeje. Tenía seis hijas y su mujer; todas trabajaban allí. Y, pronto, pues los camioneros y otras gentes de vino y jolgorio bautizaron el negocio como La Casa de los Siete Conejos, por motivos más que evidentes.

2.- Pero, claro, al dueño no le decían nada, aunque este se mosqueaba no poco con ciertas y continuas sonrisitas de los parroquianos; mucha guasa jodelona, siempre en voz baja. Una vez apareció por allí un individuo medio desorientado que, al ver que el cartel de la fachada no se correspondía con el que él creía que era el nombre real, La Casa de los Siete Conejos, entra y pregunta al dueño. "Oiga, mire, perdone, pero creo que estoy algo despistado; ¿este es el restaurante que le dicen La Casa de los Siete Conejos"? El propietario, sin inmutarse, quizá porque sabía que cualquier día tenía que llegar aquel momento, dirigió al visitante una severa mirada, al tiempo que le respondió, casi como un susurro: "Sí, y con el de su madre, ocho".

3.- Ignoro qué fue de aquel local, si existe o ha cerrado, pero me aseguran que la anécdota es real. Yo recuerdo, en mis tiempos de estudiante en Sevilla, que el kiosco Oliva, situado cerca del colegio mayor Fernando el Santo, fue rebautizado, a causa de su dudosa limpieza, como El Coño de la Bernarda. Cuando alguien preguntaba por un compañero ausente, , el conserje del colegio, solía responder, para abreviar: "Mire a ver si está en el Coño". Al visitante se le ponían los ojos como chirivitas. Hace unos años, aprovechando un viaje a Sevilla, pasé por allí y me encontré con un Coño limpio y reluciente, regentado por el hijo de ManuelOliva, que había muerto. Nunca comí unos bocadillos de chorizo de perro mejores que los del kiosco Oliva. En fin, que el Quinto Coño está en Badajoz y los internautas pueden respirar tranquilos. Y yo también.

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