A la memoria del profesor Luis Fernando González Hermoso, catedrático de Cirugía, académico y maestro de cirujanos

POCO entiendo de arte, y menos del contemporáneo, pero sí que lo aprecio en su valor, siendo un objetivo al contemplarlo sentir un deleite agradable, disfrutar cercana su presencia, descubrir sus interioridades y hasta sus misterios. Por eso me acerqué el pasado sábado a Madrid y pasé el día recibiendo enseñanzas de la pintora tinerfeña Gladys de Armas en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, que este año ha cumplido treinta años, consolidándose como referente mundial del arte contemporáneo y un espacio cultural de promoción de nuevos valores e intercambio profesional de artistas, galeristas, coleccionistas e instituciones, toda una exposición ideal para potenciar los sentidos.

Esta vez ARCO ha invitado a Rusia, con lo que la feria es el primero de una serie de actos que a lo largo de 2011 se celebran con motivo del Año de Rusia en España. Han participado unas doscientas galerías y otros tantos coleccionistas. A su primera cita, en 1982, acudieron unos veinticinco mil visitantes, este año cerca de doscientos mil, y en total hasta ahora unos cuatro millones. Aunque es creencia habitual que ARCO se dedica a la pintura, la realidad es que cada vez se exponen más obras de fotografía, escultura, y hasta vídeos, impensable hace unos años, y las más rocambolescas ocurrencias y efectos especiales; y así, lo mismo podemos encontrarnos alambres espinosos que maderas, raíces de árboles, ropa en desuso, aluminios, plásticos, resinas, telas, cartón, plexiglás, metales, mármol, y hasta la socorrida modalidad de impresión digital que a mí, por lo pronto, muy poco me atrae. Un arte, pues, controvertido, que rompe esquemas, con muchos aires de libertad, que concretamente esta vez llamó la atención por la abundancia de obras dedicadas a los conflictos bélicos, a la violencia en general, a la muerte, todo un reflejo de la actual realidad social.

Solo una galería de arte canaria, la Leyendecker de Santa Cruz de Tenerife; fieles a la cita, su director, Ángel Luis de la Cruz, y el alma de su exposición, Lele Colomer, con obras de seis pintores: Donald Baechler, Susan Collis, David Lachapelle, Ángel Otero, Gerwald Rockenschaub y Chris Verene, todas excelentes, si bien tuve la sensación de que los visitantes se paraban más ante las pinturas de Ángel Otero.

Como arte libre y con mucho encanto informal, todo es posible en ARCO, y así, por ejemplo, la Galería Nogueras Blauchard, de Barcelona, ofreció una obra de Wilfredo Prieto consistente en varios objetos en el suelo con comida para perros, agua, excrementos y orina, y ProjecteSD, un simple texto en vinilo de Dora García, en el que se relatan los sentimientos de un juez que decide la inocencia o culpabilidad según la conducta de ciertas plantas, o la obra de Kasper Kovitz en la Steinle Contemporary, que usa la sangre de buey sobre papel y obtiene figuras de Sabino Arana y Miguel de Unamuno de una pata de jamón ibérico.

Acabo citando la presencia de la Asociación de Amigos del Espacio Cultural El Tanque, de Santa Cruz de Tenerife, que presidida por María Dolores Cámalich Massieu, funciona desde 2009 con el objetivo de garantizar la preservación de dicho espacio santacrucero que pasó de ser un recipiente industrial de petróleo a patrimonio cultural, toda una reconversión digna de apoyo potencialmente muy aprovechable.

jvicentegbethencourt@yahoo.es