1.- La grabación de dos de los quince programas de imágenes retrospectivas para la Televisión Canaria y sus consecuencias divulgativas han hecho que yo haya tenido una semana de nostalgia (y de trabajo). He desnudado mi memoria, en palabras de un oyente de la radio, FranciscoSiverio, hijo de un hombre honrado, gran amigo de mi padre: VicenteSiverio, que ya no está entre nosotros. Agradezco a su hijo el mensaje. El programa "Memoria de un Archipiélago", que produce Grupo de Medios de Tenerife para La Canaria, me ha permitido viajar al pasado cuando más me lo pedía el cuerpo. Lejos está mi decena de libros retrospectivos y agotados en las librerías. Y ahora regreso al ayer, curiosamente rodeado de gente joven que no tenía que entender nada y lo entiende todo. Me he quedado asombrado del trabajo y de la ilusión de los profesionales de la productora y de la televisión, de lo buenos que son, lo tolerantes y comprensivos que se han mostrado con esta persona mayor que les escribe; que había perdido el timón del tiempo y lo ha recuperado con estas imágenes de la vieja nieve, de olas antiguas, de flores que no volvieron a brotar, de personajes que han muerto, de coches y aviones desguazados, de niños que ya no lo son y de hoteles derruidos. Ustedes pudieron ver ayer el primer programa y este fin de semana supongo que se repetirá para deleite de los telespectadores. Es cierto, lo he dicho muchas veces, que la nostalgia vende, pero no es común que se convierta en espectáculo. Eso que le dicen factoría de la ficción, es decir, la televisión en su estado puro, ha convertido filmes domésticos de ocho milímetros en una obra de arte que agita nuestras conciencias. Nos hemos dado un baño con lo que parece cutre y no lo es; sólo una crónica de cómo éramos. Y no nos debemos avergonzar de ello. Estamos acostumbrados a encender el televisor y a presenciar crímenes horribles narrados en directo, personas que sufren, bombas que caen y gente que padece y muere. Y no es esto. Ahora podemos hacer un viaje sin billete al pasado y convertirnos en cronistas de un tiempo que pudo ser mejor o peor, pero que nos pertenece.

2.- La historia no es el reflejo de lo que ocurrió, sino la consecuencia de lo vivido. Es decir, la historia es tan subjetiva como los historiadores, porque somos sujetos y no objetos y, por lo tanto, la objetividad no existe en el ser humano. Las imágenes de hace sesenta años están ahí y ahora hemos de interpretarlas. Y es en esa interpretación donde reside la historia, que no es una sola sino que son muchas y distintas, dependiendo del color del cristal con que se miren y, sobre todo, de quiénes la cuentan. Yo he contado mis historias esta semana que termina a Marta, a Roberto, a Mayer, a Ángel, a Lito, a Dácil, a tantos compañeros que me han entrevistado y me han preguntado por el pasado. He hecho, pues, mi crónica de cómo éramos, inspirada en las viejas filmaciones de ocho y super ocho, enlatadas medio siglo y rescatadas con ilusión por sus propietarios. Bien es verdad que en casi todas las entrevistas la charla se rebela contra el asunto central para desviarse al personaje (yo, a mi pesar). Pero supongo que esto será una consecuencia de mis 63 años de edad y de mis 41 de periodismo. Igual un día hasta me hacen un homenaje, que sería el final. Porque cada vez que una abuela que ha cumplido 100 años aparece en el periódico, se muere a los pocos meses en pleno festival de salud. Nunca sabré si se muere porque ha cumplido 100 años y es hora de que lo haga o porque el periódico tiene un gafe inevitable. Creo que por lo último.

3.- La semana, pues, ha sido movida y atractiva. No puedo pedir más, porque haciendo ese traslado mental a un tiempo anterior se viaja sin billete y gratis, como ya he dicho. Y, además, viendo viejo cine, que siempre reconforta. Estos quince capítulos de "Memoria de un Archipiélago" indudablemente nos hacen más viejos, pero nos hacen también imaginarnos una madurez muy digna y fructífera, aprendiendo del ayer. Esto es lo que había y esto es lo que hay. Quien se avergüence de su pasado no sería un buen canario, adaptando a lo local la frase de DonosoCortés. No se pierdan ustedes esta serie, cuyo primer capítulo emitimos ayer sábado, pero se repetirá este fin de semana. Canarias es un barco que lleva mucho tiempo navegando y que también puede funcionar con gasolina de nostalgia. Ahora que el precio del petróleo se ha disparado, naveguemos con un combustible mucho más barato y entrañable: el amor al pasado, que es nuestro y que nadie nos va a quitar. Que se atrevan.

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