EL REY Juan Carlos, al entrar el miércoles pasado en el Congreso para celebrar los 30 años del fracaso del golpe del 23-F, y respondiendo a preguntas de los periodistas, dijo que "hoy estamos mejor que entonces". Me temo, Pepe Ignacio, que algunas de las causas que condujeron a la sucesión de golpes militares (Operación Galaxia, el propio 23-F, el golpe palaciego que pretendía el general Armada, con el Gobierno de concentración que apoyaban socialistas, democristianos de la UCD y comunistas...) siguen todavía vigentes.

Desde la entrega y rendición a ETA, el cáncer para la economía nacional que han supuesto las 17 taifas, la corrupción generalizada, la amenaza de secesión de las llamadas "nacionalidades históricas" y el chantaje permanente al Estado que suponen los nacionalismos, sean o no independentistas, no han podido dominarse ni con mayorías absolutas del PSOE o del PP, engendrándose una deriva disgregadora del Estado que ha contribuido a la confusión entre sus distintos poderes y la sumisión al Ejecutivo de todas las instituciones constitucionales de arbitrio, al que hay que añadir el control por el Gobierno de la mayoría de medios de comunicación nacionales. Que pugnan por instalar el pensamiento único.

Y para que la situación se parezca más a la de entonces, pero empeorada, tenemos más paro que en 1981, más jóvenes sin salida laboral que entonces, más cainismo entre la casta de los partidos que han esquilmado a la nación española, y se han cargado la unidad nacional. Y para colmo, la actual crisis económica, agravada por una deuda galopante de todas las administraciones públicas, a causa de un gasto delirante y la prolongación de una crisis económico-financiera, a la que se viene encima una crisis energética, por esa revuelta en los países islámicos a la que Occidente no sabe cómo hacer frente.

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Acuérdate del pobre presidente Suárez, cuando le dio por evadirse del acoso de sus propios compañeros de la UCD, en las famosas reuniones de la "casa de la Pradera", que le llevaría a la dimisión, cuando ya comprendió que no podía parar los golpes militares, y que no gozaba del apoyo del Rey, con el que estaba sin hablar desde el nombramiento, a sus espaldas, del general Armada, como Segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército.

Desencantado de que hasta su vicepresidente primero Abril Martorell, el que había pactado la Constitución con Alfonso Guerra en reuniones de restaurante, le diera por amortizado, el presidente Suárez hizo entonces varios viajes internacionales y siempre aludía al riesgo de la crítica situación en Oriente Medio y lo que podría suponer para nuestra entonces también crítica situación económica, un posible cierre al transporte de petróleo por el Canal de Suez y el Estrecho de Ormuz, como consecuencia de las tensiones árabe-israelíes. Tan ahogados estábamos, que por entonces, como en estos días, había muchos cazafortunas pululando por los países petroleros, en busca de la comisión por conseguir un petrolero cargado de crudo para España.

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Ahora tenemos una mayor dependencia energética de los países árabes en revolución; nuestros socios comunitarios no se creen las estadísticas de la situación económica que el Gobierno les facilita, lo que les ha llevado a decir esta semana que los españoles somos "menos fiables" que Portugal. La desconfianza sobre España está en sus más altas cotas. Nuestra deuda, tanto de las administraciones públicas, como de las entidades financieras y del sector privado, no ha parado de crecer. Tenemos una población en paro superior a los cinco millones, la mayoría de ellos y ellas ya irrecuperables. Y una inmigración que ha pasado de más de siete millones de extranjeros, y que amenaza con aumentar por el éxodo de los países árabes en plena revolución, a los que el primer aspirante a suceder a Zparo, Rubalcaba, les ha dicho que Europa debe ser, como siempre, "tierra de asilo para los que huyen de sus países por causa de su lucha por la libertad".

Demostrando una vez más el entreguismo del PSOE, desde el 11-M, a sus amigos islámicos. No tanto por apoyar la lucha de liberación popular de los dictadores que algunos pueblos árabes están llevando a cabo, cuanto por las "relaciones inconfesables" que han tenido nuestros sucesivos gobiernos socialistas con los dictadores que ellos llaman "progresistas": Castro, Chávez, Morales, Mubarak, Bouteflika, Gadafi y "tutti cuanti". En lo que no han hecho más que imitar a nuestros socios europeos, pero con mayor sumisión.

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En definitiva, Pepe Ignacio, no sólo permanecen las causas que dieron lugar al 23-F, sino que estamos política, social, económica, cultural y educativamente, mucho peor que entonces. Entiendo que el Monarca tenga que ser optimista en público. Precisamente entre los progresistas y nacionalistas sobre los que se apoya desde el 23-F, por entender que así se legitimaba la dinastía, y suscribía para la misma un seguro de continuidad. Las pitadas, quemas de retratos de los Reyes y las opiniones que salen en manifestaciones de radicales independentistas y antisistema, así como en las redes sociales, no es como para que Don Juan Carlos olvide que debe ser el Rey de todos y trabajar por la unidad.

Hoy somos una sociedad más dividida, desquiciada, materializada, sin valores permanentes en los que creer. Y el terrorismo sigue teniendo a su merced al Estado que está a punto de rendírsele políticamente. Como el nacionalismo, el terrorismo ha vivido y quiere seguir viviendo del esfuerzo colectivo de todos los españoles. Los secesionismos quieren que los financiemos los que creemos en la unidad de España que la Constitución proclama, y a la que ahora invoca Zapatero, porque ve más próxima su salida, víctima, como Suárez, de sus propios errores, de la conjura de sus compañeros, del ninguneo que ha hecho del Rey, quien a pesar de ello, sigue apoyando la continuidad de los Gobiernos de izquierda, aunque sabe que Zparo está amortizado.

Porque Don Juan Carlos sigue creyendo que la salvación y continuidad de su dinastía sigue estando en los gobiernos de izquierda. Y porque no confía en la falta de determinación y comodidad del centro y la derecha, olvidando que han sido las clases que sociológicamente componen esa banda del espectro político, los principales apoyos y paganos de las destructivas políticas de los veinte años de gobiernos de izquierda y progresistas, así como las clases más modestas del centro y la derecha, las clases medias y populares, los que vienen pagando las manirrotas medidas sociales, políticas y económicas de Zparo para hacer frente a la crisis que negó. ¿Cree su Majestad que realmente estamos mejor?