LA TENDENCIA a decir que jugamos bien cuando ganamos y que jugamos mal cuando perdemos es natural y humana aunque en la mayoría de casos en una disciplina tan compleja como el fútbol hay que cuestionarla de raíz ya que no es así.

En el 2-1 a favor contra el Xerez empezamos apáticos y más despistados que una cuca. Parecía como si los jugadores fueran tímidos y les diera vergüenza que el público los viera salir en calzoncillos a comerse el mundo, cosa que seguro quieren ellos y queremos todos. Pero es como si tuvieran mosca o se reservaran, por si acaso. Empezamos con miedo; después, poco a poco se cogió ritmo aunque a mi gusto en el balance final de ese partido puede llevar razón el entrenador de Xerez cuando asegura que su equipo no debió, en cuanto a merecimientos, salir de vacío.

Con base en el puerto de Cartagena se están realizando maniobras de la OTAN, pero no creo que fuera por eso. El CD Tenerife, que repetía alineación por primera vez en 27 jornadas de Liga, tampoco se atrevió a rematar la faena serenando las combinaciones en las que todo el poderío desplegado indica, sin duda, que tiene la capacidad suficiente para sentenciar encuentros cuando supere el susto. Sin pegada ninguna, esto es como un estudiante al que el profesor le ve unas posibilidades evidentes de nota pero que va sacando los exámenes con cincos rascados o incluso suspendiendo. Se sigue fallando, el Cartagena en este caso, también, pero eso no nos interesa, y a pesar del voluntarismo conjunto que se puede personalizar como muestra en Natalio, se entra en correcalles y en cambios nerviosos de golpes con el rival. Pero tampoco por justicia debimos salir derrotados de esa capital murciana.

Ahora lo que sí es verdad es que hemos cambiado de personalidad. Como en el extraño caso del Doctor Jekyll, desde que cogemos la velocidad de crucero se nos hinchan las venas, ponemos presión, tensión y dificultades extremas al equipo contrario. Nos hemos convertido en un equipo bueno pero fallón, correoso e incómodo pero erizado por la cagalera, complicado por un lado y con defectos de calidad o de ajuste por el otro.

En realidad haríamos bien en diferenciar entre el desdoblamiento de personalidad del señor Hyde y un cambio evolutivo gradual e integral de la propia personalidad. Hasta ahora se creía que las personas -supongo que sirve para los equipos- no experimentaban cambios psicológicos relevantes después de los treinta años de edad, pero un nuevo estudio ha venido a demostrar lo contrario: el carácter de los adultos evoluciona durante toda la vida e incluso algunos cambian completamente su manera de ser. El estudio ha sido realizado por psicólogos de la Universidad de California en Berkeley y se realizó con 130.000 personas de edades comprendidas entre los 21 y los 60 años de edad. La investigación se centró en cinco características de la psicología humana como son la minuciosidad, la apertura de mente, la extraversión, el carácter agradable y la estabilidad emocional, demostrando que podemos convertirnos en tipos bastante distintos a como éramos anteriormente.

Es decir, que el diagnóstico de lo que le sucede al Tete descarto lo del Doctor Jekyll, que llega un momento en que se encierra estúpidamente en su laboratorio atenazado por una angustia que nadie comprende. Lanyon muere de un shock espiritual con el que el señor Jekyll parece estar relacionado. Un día, el mayordomo de Jekyll, Poole, pide ayuda a Utterson para tratar con un individuo desconocido que, de alguna forma, ha conseguido entrar en el laboratorio y matar a Jekyll. Ambos descubren que el extraño es Hyde, y cuando consiguen entrar en el laboratorio encuentran el cadáver de Hyde, que se ha suicidado, mientras que Jekyll no aparece en ninguna parte.

No. De desdoblamiento de personalidad espero que nada de nada, eso nos haría dar palos de ciego en lo que resta de temporada, cosa que no nos podríamos permitir. Repito, lo que parece diagnosticarse es que en nuestras vulnerabilidades meritoriamente hemos modificado sobre todo y especialmente, el bombeo sanguíneo y eso nos debe bastar para salvar la categoría. Creo apreciar que seguimos siendo un equipo bueno, no cuajado en sus aciertos, pero que a diferencia de lo que sucedía anteriormente va a bregar como uno malo.