CON ESTE nombre se publica una revista para la difusión del conocimiento, la valorización y la protección del paisaje y del patrimonio, centrada en Canarias. Nada menos que una muy buena manifestación de recopilación cultural, una joya de la fotografía y del gusto y saber entendido sobre disciplinas y temas que pueden apasionar a cualquiera que desee aprender partes de un legado natural y humano impresionante a disposición de todos los que tenemos la suerte de vivir o de querer a estas islas.

En este caso me interesé por ella a raíz de un encuentro televisivo casual con el biólogo Arnoldo Santos Guerra, de lo que luego me aclaró era una entrevista no actual y ya superada. Lo cierto es que leídos los números 6 y 7, que sacian mi curiosidad sobre algunas cuestiones, no la contestan o incluso la inauguran para otras. Es lo que tiene el empezar a comer chochos -altramuces-; después te envicias.

A lo que voy es que un pueblo realmente es su cultura, y en el caso de Canarias se compone sobre una identidad única y consolidada que precisamente porque siempre ha estado abierta a la influencia exterior, especialmente proveniente de los tres continentes que la escoltan allende los mares, creen algunos que no existe o que no cimenta envergadura de nación.

Según la Unesco (México, 1982), "la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden".

Me permito otra definición: "Al creer que el hombre es un animal suspendido en tramas de significación tejidas por él mismo, considero que la cultura se compone de tales tramas, y que el análisis de ésta no es, por tanto, una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significado". (Cifford Geertz, 1988:)

Lo que necesitamos, quizás desde la serenidad del mayor conocimiento, es aumentar, revitalizar, proteger… la consciencia propia que sin duda tiene parte de universal, europea y en concreto española, pero también y en porcentajes desconocidos o incluso perseguidos hasta hace poco, de africana o americana. Tan abarrotada de endemismos naturales o culturales que el conjunto en sí se convierte en otro endemismo.

¿Qué me dicen de lo poco que individualmente conocemos sobre los guanches?¿Ustedes saben que hablaban tamacheg y escribían "tifinagh", que se conservó por lo menos hasta el año 1750 en el que se reflejan testimonios de que aún se utilizaba en el Valle de San Lorenzo?

Hablamos de historia o de música viva como el folclore. Del desarrollo de instrumentos, del mundo del arte y la creación. De los conocimientos acumulados alrededor de la agricultura y otras labores u oficios. De literatura, de ciencia, de particularidades del derecho, de variaciones idiomáticas, del silbo, de la arquitectura canaria, del conocimiento de la naturaleza, del estudio de los animales, entre ellos los domésticos que hemos adaptado desde antes de Jesucristo. De la dieta atlántica, humor atlántico o los deportes autóctonos... Y así sucesivamente hasta una sustancia y sensibilidad propia.

En los Rincones del Atlántico me he fijado en los exquisitos trabajos sobre los dragos. Al que llaman milenario de Icod de los Vinos se le estiman unos 800 años. Otros ejemplares conocidos son el drago de Pino Santo en el municipio de Santa Brígida; el de Sietefuentes, en Los Realejos; el de Tacoronte, o los dragos gemelos en Breña Alta. En Garafía, barrio de las Tricias, hay un conjunto impresionante por su magnitud ligado a inscripciones auritas. La mejor concentración silvestre del archipiélago está en el Roque de Dentro colgando de su pared norte y cumbre, en el Macizo de Anaga. Antiguamente había un drago de porte gigante dentro los jardines de la casa Franchy, en La Orotava, y otro en la casa Rocha, en Telde, pero desaparecieron conservándose solo fotografías. Presentes en la Macaronesia, se los puede encontrar en el continente, en concreto en la porción suroeste de Marruecos que llaman Alto Atlas o Anti Atlas. Pero, ¿saben que existen parientes muy cercanos en el este de África y en algunas islas del océano Índico?

infburg@yahoo.es