HACE unos días se nos iba una mujer que ha formado parte de la Historia con mayúsculas de este municipio. Una ciudadana que, como muchos otros laguneros, ayudó a construir, a levantar y a engrandecer La Laguna de la que hoy estamos tan orgullosos.

En su ciudad, a la que tanto dio, fallecía doña Pilar Castro Palazón, maestra de músicos, mujer emprendedora y vital, y una leyenda de la lírica lagunera y canaria.

Doña Pilar Castro fue siempre mucho más que una maestra. Su amor por la docencia lo llevaba a todos los órdenes de la vida, de modo que, como recordarán los cientos de alumnos que la lloran y que hoy son figuras del canto, siempre tuvo una palabra de aliento para aquellos a los que formaba la voz y, sobre todo, el espíritu.

Canarios de muchas generaciones han mostrado su pesar por la pérdida de esta mujer a lo largo de estos días difíciles para sus familiares, a los que enviamos nuestras más profundas condolencias en nombre de esta Corporación.

Y no podía ser de otro modo, puesto que Pilar Castro Palazón gozó siempre de gran cariño en La Laguna y fue una docente de reconocido prestigio que formó a jóvenes cantantes que hoy, gracias a ese trabajo, triunfan fuera de nuestras fronteras.

La historia de Pilar Castro es, pues, una historia de generosidad absoluta, de entrega a los demás a través de la maestría, de renuncia propia para que brillaran todos aquellos a quienes enseñaba; en suma, de una voluntad de pasar inadvertida y dejar que fuera su obra, encarnada en sus jóvenes alumnos, la que hablara por ella.

Y así ha sido y por ello es justo que la ciudad a la que tanto entregó y que tan estrechamente ligada está a la música en todas sus vertientes, le reconozca públicamente esa entrega.

Pilar Castro fue precoz en cuanto a su pasión por el canto. Con tan solo doce años debutaba en el teatro Leal, tan felizmente recuperado, en la ópera Madama Butterfly y, posteriormente, en la zarzuela La Verbena de la Paloma, que se organizó en la época para recaudar fondos para los niños más desfavorecidos.

Desde ese momento empezó a dar muestras de su solidaridad, que mantuvo durante su vida, dedicando muchas de las actuaciones de las corales que dirigió a diversos colectivos y ONG.

Ni los premios ni los reconocimientos recibidos dentro y fuera de la Isla, hicieron mella en su carácter afable y en su disposición a ayudar a los demás.

Su casa fue testigo del crecimiento y avance de grandes voces de la lírica mundial bajo el mecenazgo de esta lagunera, mujer avanzada, fundadora de coros y maestra de maestros que en este invierno ha dejado a La Laguna un poco más oscura.

Vaya desde aquí nuestro abrazo a sus familiares y alumnos y el aplauso de su pueblo natal por tantos años de esfuerzos, de labor incesante para contribuir, a través de sus alumnos, a mantener viva la llama del arte en la ciudad más musical del Archipiélago.

de La Laguna