MIGUEL SEBASTIÁN, el ministro más inútil del Gobierno Zapatero, acaba de lanzar a la opinión pública otras dos nuevas chorradas, de las suyas, a las que ya nos tiene acostumbrados, reducir la velocidad máxima en las autopistas en 10 kilómetros por hora, de 120 a 110, y un Plan Renove para sustituir 240.000 neumáticos usados, para ahorrar gasolina.

Dos ocurrencias que nos costarán mucho dinero y que no arreglarán nada. Eso sí, el avispado discípulo del maestro del despiste, Zapatero, ha conseguido una vez más el indudable logro de desviar la atención de la gente, al menos por unos días, de los verdaderos problemas, la crisis, el paro y, últimamente, el inoportuno repunte de la inflación, que retrasará la recuperación económica.

Sebastián, que fracasó estrepitosamente como candidato del PSOE a la Alcaldía de Madrid, es amigo personal del presidente del Gobierno, lo que quizás sea su principal valor político, y la única explicación de que haya sido premiado con el Ministerio de Industria por perder las elecciones.

Anteriormente, se gastó una fortuna en bombillas de bajo consumo, que cambiaba por las normales en las oficinas de Correos. No se sabe dónde terminaron las antiguas pero dicen que los almacenes de Correos siguen, años después, repletos de bombillas de bajo consumo.

Las medidas que Sebastián propone ahora tampoco son determinantes para reducir el gasto energético nacional, porque seguimos dependiendo excesivamente del exterior y, por lo tanto, sometidos a las variaciones de los precios del crudo en el mercado internacional.

Esa es la principal cuestión a debatir, no las bombillas, la velocidad, ni los neumáticos viejos, porque mientras sigamos importando crudo y gas natural de otros países, como Rusia, Méjico, Argelia, Libia, Nigeria, Arabia Saudí, Irán o Irak, y comprando electricidad a las centrales nucleares francesas, estaremos sometidos a las oscilaciones de los precios derivadas de sus circunstancias políticas y económicas particulares. Especialmente en estos momentos de convulsiones sociales en algunos de nuestros principales suministradores.

Lo que hace falta es una verdadera política energética propia, que disminuya nuestra dependencia exterior de los hidrocarburos, a través de la potenciación de otras energías alternativas, como las renovables (solar, hidráulica y eólica) y la nuclear.

Además de diversificar las fuentes energéticas, para reducir el peso de los hidrocarburos, y aumentar la producción en España, es igualmente importante contratar, mientras tanto, el suministro de petróleo y gas en países más estables políticamente. Pero, como hay que reconocerle al ministro, al menos, su tenacidad para poner en marcha distintas medidas de ahorro, me voy a permitir sugerirle una que seguramente no se le ha ocurrido, que dimita y así nos ahorraríamos su sueldo, pero antes que no se olvide de cesar a sus asesores, por si acaso.

Centro Canario Nacionalista, CCN