1.- Toque blanco intenso para las islas, más para unas que para otras. Me envía Nico C. unas fotos de la plaza de La Esperanza cubierta de nieve. En los altos de La Orotava los niños jugaban con ella a la salida de los colegios. Yo he vivido terremotos de cierta fuerza y terribles plagas de langostas en mi tierra, pero nunca un manto tan intenso de nieve, a mediados de marzo, cuando el invierno se despide y cuando el Teide se sacude su blancura gracias a los rayos de sol que anuncian la primavera. Han patinado las guaguas y la Guardia Civil; ha llovido copiosamente y la carretera se ha puesto muy difícil; se han formado placas de hielo en las cumbres, sobre todo al amanecer, que ponen en peligro a los automovilistas. Permanecen cortadas las vías de esos altos y el mago se endilga la parra por litros, haciéndose polvo el estómago. Hace frío, han vuelto a los caminos las mantas esperanceras. No hay gente en las calles; los canarios, asombrados, se han metido en sus casas y han encendido todas las estufas, las de leña y las modernas.

2.- Dicen las estadísticas que unas nevadas como las de estos días no se recordaban, al menos en Tenerife. Rincones de La Orotava en donde nunca había caído la nieve se han estrenado con ella. En el Parador de Las Cañadas tiritan, pero allí nadie se muere de frío porque sus trabajadores llevan años desafiando las temperaturas y el aislamiento esporádico. Y tienen leña. Qué gozada quedarse uno atrapado allí, retirado del mundanal ruido y accediendo a él, si fuera preciso, a través de la Internet. Fíjense si este país tiene poco que decir que, el otro día, un periódico local titulaba en primera página que se había jubilado el sacristán de Valleseco. ¿Y a mí qué coño me importa que se jubile ese señor? Más noticia es la nieve, mucho más que un sacristán, por muy bien que este rece los padrenuestros y le alcance al cura el hisopo.

3.- Llega el frío, cuando debía preparar su retirada. Eso de que los tiempos están descambiados, eterna y machacona teoría del mago, se cumple por una vez y mira que el jodido mago no acierta nunca en sus predicciones disparatadas. Hermosa la nieve y más cuando es inusual y extemporánea. Ese Teide llora el agua fría y pura del deshielo por sus surcos de zahorra, emblanquecida ahora por el tiempo que hace. Qué bien, parecernos a otros mundos, en los que no solo luce el sol, sino que también se ve bendecido el territorio por el agua que nos seguirá dando la vida.