Hay mucha gente que aún dice no entender la bolsa en la que se venden expectativas y se comercia con el cambio. Pero ya no hay excusas para no comprenderla; las acciones de todas las compañías relacionadas con la energía nuclear han bajado estrepitosamente y las acciones de todas las compañías relacionadas con las energías llamadas alternativas y biocombustibles han subido significativamente. Ganan a corto los productores y pierden los consumidores de petróleo.

Todo muta a ritmo endiablado. No nos percatamos porque estamos dentro del cuerpo de la bestia, pero si cogiéramos un poco de perspectiva lo veríamos fácilmente. Representamos, en conjunto, a un bebé de dinosaurio T-Rex que se encuentra desarrollando un espectacular crecimiento y que en sus propias carnes no percibe exactamente lo que alguien desde el exterior notaría de forma más acusada dada la nitidez desequilibrante de la metamorfosis.

Ahora mismo, como criatura independiente, estamos pegando un enorme estirón. Una curva de crecimiento que para el Tyrannosaurus rex tendría forma de S; nos encontramos en la fase en la que el tamaño del cuerpo aumenta dramáticamente, el joven tiranosaurio, o la economía mundial, se convierte en un bicho incontrolado y por encima de los Estados hasta ahora reinantes.

Con dos verdades de partida: 1.- La humanidad en sí misma y el consumismo de cada individuo crecen exponencialmente. Pronto seremos más de 7.000 millones de consumidores compulsivos los que abarrotaremos los territorios templados del globo, con China e India representando casi el 50% de la demanda. 2.- Las previsiones más optimistas les calculan al petróleo y al gas, como fuentes principales para la producción de energía, un horizonte máximo de cincuenta o setenta y cinco años.

Añadamos acontecimientos recientes, el desastre nuclear en Japón y la explosión de hartazgo en muchos países árabes y algunos musulmanes -en Irán son persas-, y mezclémoslos con una crisis sin precedentes en los países desarrollados.

Y, claro, se palpa el latigazo que está pegando el joven T-Rex. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) logrará unos ingresos récord de un billón de dólares (709.305 millones de euros) por sus exportaciones de crudo, según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El número de barriles exportados por la OPEP en 2011 será ligeramente inferior a la cifra de 2008, pero su facturación probablemente alcanzará "in crescendo" el récord del billón de dólares. De este modo, el cártel petrolero -en el que, por ejemplo, no está Rusia, que puede ganar el equivalente al 21% de su PIB- se habría convertido en uno de los principales beneficiarios de los altos precios del crudo, que se han disparado por encima de los cien dólares (116 el Brent), cerca de sus máximos históricos, tras las revueltas. Sería la primera vez en la historia en que los ingresos por venta de petróleo de la OPEP alcanzasen el billón de dólares.

Para los países europeos sin petróleo esto es una desgracia, amortiguada en parte con un cambio euro-dólar demasiado alto y perjudicial para las exportaciones. El euríbor, principal indicador al que están referenciadas la mayoría de las hipotecas en España, ha repuntado aun a pesar del freno impuesto políticamente en Fráncfort -sede central del BCE- doce milésimas en tasa diaria y se ha colocado en el 1,992%, con lo que su tasa mensual cerrará en el 1,9% y volverá a encarecer las cuotas de los usuarios en más de seiscientos euros mensuales por cada cien mil euros de endeudamiento. Por otro lado, la tasa de inflación española se ha situado en marzo en el 3,6% interanual, la misma que registró en febrero, según el indicador adelantado del índice de precios de consumo (IPC), publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Cuando Portugal ya suelta amarras y se encuentra a punto de ser intervenido, al pairo, con sus emisiones estatales calificadas por las sospechosas agencias un escalón por encima de los bonos basura americanos, no hay crecimientos y tampoco creación de empleo, salvo que se tomen datos relativos como los que afectan a la exportación o a la industria turística.

Sometidos a tantos cambios físicos, tenemos que asumir que no solo no sabemos en qué nos vamos a convertir o qué parte del cuerpo ocuparán Occidente, Europa, España, Canarias…, sino que además ni siquiera hay un modelo de paternidad o una dirección prefijada de hacia dónde caminar.

Lo que más aumenta, sin duda, es la mandíbula.

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