1.- Pues resulta que al tal López Aguilar le gusta viajar cómodo y se resiste a volar en turista, es decir, en la perrera, desde Europa a su lugar de residencia, que supongo que será Madrid. Le doy la razón. Ahora sus señorías europeas mantienen discrepancias sobre si ser ciudadanos de segunda o de bussiness. Yo, les digo la verdad, jamás viajo en turista, pero, claro, es con mi dinero. Y porque no quepo en el gallinero. Si me preguntan si los diputados, senadores y eurodiputados deben viajar en clase preferente o económica, les digo que en preferente. Porque los cargos tampoco se pueden degradar. Y, además, ellos vuelan durante muchas horas y les puede entrar lo del síndrome de la clase turista, susceptible de provocar trombosis y otros males circulatorios, a causa de la inevitable inmovilidad que sufren quienes ocupan la perrera del avión. Los pasajeros de turista viajan tan mal como los perros de caza de los magos, hacinados en esas jaulas horribles. O cambian los aviones y los hacen más cómodos o todos morirán -yo no, por lo anteriormente expuesto- de una trombosis; porque díganme ustedes quién aguanta un viaje a Australia sentado en la perrera. De horror.

2.- Así que a mí me parece bien que sus señorías ocupen las butacas de bussiness en sus traslados a Bruselas y Estrasburgo, lo mismo que de Canarias a Madrid y viceversa. En serio: nadie aguanta uno o dos viajes semanales sentado en la clase turista. Porque ellos no viajan por placer, sino para ejercer sus cargos. Así que me parece un debate estúpido y barato, sinceramente. Además, la dignidad del cargo no puede dar paso al canchanchanismo de volar junto a una jauría del Inserso, diciendo sandeces y comiendo bocadillos de salami, escupiendo entre las dentaduras postizas los trozos del chorizo sobre las hombreras del señor Gundisalvo. Ni de coña. No habrá nadie, sino los cutres, que se presenten a diputados de Estrasburgo y de Madrid si triunfan los horteras.

3.- De vez en cuando, en las instituciones más serias se plantea la cutrez. Es verdad que los sueldos y las dietas y los viajes de los miembros de las cámaras generan muchos gastos, pero lo de bajar la categoría del billete es el chocolate del loro. Quienes representan a los ciudadanos en las instituciones democráticas deben tener un sueldo digno y un transporte cómodo. Lo contrario sería someterlos a una innecesaria tortura. No es bueno utilizar la demagogia en estos casos, máxime cuando hay muchos socialistas que no están de acuerdo con pasar a la parte trasera de los aviones a aguantar las tabarras de los ciudadanos alborotados. No, hombre, ahorren en otras cosas. No sean horteras.