ALGO más de cinco mil preguntas le han enviado, desde todo el mundo, a José Luis Rodríguez Zapatero para que el entrevistador de YouTube Scott Rubin se las traslade. Será el primer mandatario de habla hispana -le han precedido Obama, Cameron y Netanyahu- que es entrevistado en el distribuidor de vídeos más potente del mundo. Al fin, la política española se enrola de verdad en las redes sociales, aunque sea coyunturalmente, aunque sea por una vez.

Esta entrevista a ZP, que será emitida este miércoles y sin duda dará la vuelta al planeta, se produce al borde del inicio de la campaña electoral municipal y autonómica en España y poco después de que el presidente español haya anunciado que no se presentará a la reelección. Un modo seguro, ya lo verán, de aumentar su popularidad y grado de aceptación: basta que alguien no esté en la competición para que automáticamente crezca la simpatía de la opinión pública hacia él o ella. Basta que el futuro ausente se someta a un test general cualquiera para que la sintonía y cercanía de la gente se multipliquen.

Me interesa destacar, más allá de lo que ZP responda a sus miles de preguntadores, incluso más allá del grado de mejora de su popularidad experimentado en las tres últimas semanas por Zapatero, que las campañas electorales y hasta la comunicación de los elegidos con sus electores han entrado en una nueva dinámica: nos gusten más o menos los métodos de las redes sociales y sus artificios -y yo no puedo comulgar con alguna red social que limita tus mensajes a ciento cuarenta caracteres-, ahí está esa nueva dinámica, y necio sería desconocerlo.

También desde un punto de vista formal, y lo digo cuando faltan tres semanas para las próximas e importantes elecciones locales y autonómicas, los procesos electorales están sufriendo una auténtica revolución. Ay de aquel candidato que no contemple las múltiples posibilidades de internet para su campaña. Zapatero, que ya no está (tan directamente involucrado) en la campaña, lo ha entendido. Más vale tarde que nunca. Ahora solo queda lo más difícil: afinar en los mensajes. Mañana miércoles sabremos si el aún presidente del Gobierno de España ha sido capaz de dar en el blanco o si, confirmando los peores augurios, sigue, como casi todos, nadando en la superficie.