Comenzamos hoy con una noticia recogida por EL DÍA en su portada del pasado domingo: "Los empresarios del Sur de Tenerife defienden eliminar algunos municipios". Estamos convencidos de que la Isla que habitamos es del Gobierno y no de los ciudadanos que viven en ella. Hemos sido el primer periódico que ha defendido no sólo la supresión de algunos municipios de Tenerife, sino la de todos ellos; hemos propuesto que las competencias municipales las ejecute el Cabildo, ya que hoy es posible hacerlo debido a la existencia de redes telemáticas eficaces. Ojo: hemos dicho y decimos suprimir los municipios, los ayuntamientos, no la identidad de las localidades, pues cada pueblo, cada villa y cada ciudad posee una historia y unas señas culturales que conviene conservar. De lo que se trata es de eliminar a una caterva de ediles y funcionarios ociosos. Utilizamos reiteradamente la palabra caterva porque es la adecuada. Caterva de políticos porque no sirven. Son majaderos que aspiran a repetir en el cargo para recoger el salario semanal o mensual a costa del pueblo. Esa es la caterva que se quiere eliminar.

A pesar de que nuestros planteamientos son sensatos, como lo demuestra el que los empresarios del Sur de la Isla los suscriben en buena parte, en su momento fuimos criticados por una excelente persona que no nos entendió. Pese a ello, reiteramos que el derroche dinerario pagado a la citada caterva de políticos y a los funcionarios que sobran resulta impensable por lo enorme de su importe en un país que pasa apuros y, lo que es peor, que padece miseria y tiene gente necesitada de comer en las colas del hambre. Un país así no es socialista ni conservador: es un país del tercer mundo. Y eso es lo que está pasando con las islas de don Paulino. En Cabo Verde, un archipiélago atrasado porque Portugal lo explotó cuando era una de sus colonias, pero cuyos habitantes son hoy libres, no hay servicios sociales porque no se necesitan para paliar el hambre. En Canarias sí hay hambre; hay hambre y miseria por culpa de la rapiña peninsular y la insular de la tercera isla.

Asimismo es digna de comentarse la noticia, también recogida en nuestra primera página del domingo, de que 160.000 isleños trabajan en situación irregular. ¿Por qué no afloran esos trabajadores? Pues porque los empresarios temen a la Hacienda colonial española y a los comités de empresa. Hoy vivimos peor que en los tiempos de Franco, cuando casi no se pagaban más impuestos que una póliza y el timbre móvil en los márgenes de los documentos. Es lógico y natural que exista economía sumergida ante tanta burocracia y tantos impuestos abusivos, especialmente si los imponen quienes nos esclavizan.

No acaban aquí las noticias sorprendentes. Igualmente podía leerse en nuestra primera página del domingo que siete de cada diez diputados canarios se presentan a la reelección. ¿Pero no hemos quedado en que no sirven? Desde los que encabezan las nefastas listas cerradas hasta el último que no tiene esperanza de salir son todos unos caraduras políticos que sólo aspiran a vivir a costa del sudor del pueblo. ¿Volverán los ciudadanos a votar por ellos?

Y entramos en las razones que motivan la independencia de Canarias. Ante todo, insistimos en el holocausto sufrido por estas Islas. Un holocausto provocado por España; por las tropas de Castilla y los mercenarios que las acompañaban. Un crimen de lesa humanidad que hoy sigue impune y que pretenden perpetuar los españolistos echando mano de unas absurdas teorías sobre la españolidad de Canarias; unos en el Cabildo de Tenerife y otros en los municipios. Qué irritación nos causa aún una propuesta municipal que se aprobó por el Ayuntamiento de Santa Cruz sobre la españolidad de Canarias. Se aprobó porque el temor sigue vigente. Sigue vigente el temor a la muerte y al ataque. Se aprobó, para más inri, en una ciudad africana situada a 2.000 kilómetros de la capital de la Metrópoli. Qué tendrá que ver Canarias con España salvo la sumisión y la esclavitud.

Los países viven hoy de su economía y, por consiguiente, la economía condiciona la política, así como el dinero condiciona a los bolsilleros políticos. Sabemos que los canarios pueden vivir mucho mejor como ciudadanos de su propio país -una nación soberana y con Estado- que como súbditos de los españoles. Son varios los artículos que ha publicado al respecto el Movimiento Patriótico de Canarias escritos por su militante y asesor Carlos Castilla, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna y especialista en Economía Sostenible. El profesor Castilla demuestra con sus análisis que sin la dependencia colonial seríamos uno de los países más ricos del mundo. Esos mismos argumentos se recogen en un libro de Jorge "Ancor" Dorta titulado "Canarias con futuro"; una obra que ya va por la segunda edición y cuya lectura recomendamos.

El futuro de Canarias es el de una nación superriquísima cuyos inmensos recursos hoy está robando la nación española a través de sus oficinas de Hacienda, cuya vorágine recaudatoria de este año ya ha comenzado. La riqueza de Canarias se la mama España y la padece Canarias. Increíble: nos roban lo nuestro para que tengamos que ponernos en las colas mal vistas del hambre; para que vivamos sin horizontes, sin optimismo, sin esperanza, sin ilusión, porque nuestro destino sólo es el destino de las colonias.

Cuando llegue el momento tendremos nuestra Constitución. Tendremos debidamente ordenados, y con la exigencia de la honestidad, de la disciplina y el patriotismo, los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. El legislativo será el primero en surgir a través de la Constitución que votará el pueblo canario. Una Constitución muy ecléctica que contendrá lo mejor de las constituciones abiertas y cerradas del mundo, como lo son la de Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra. Una Constitución que permitirá que el canario viva libre, sin temor y dueño de sus recursos. Una Constitución y unas instituciones que serán elegidas por el pueblo. Habrá elecciones democráticas, en las que participarán partidos de todas las ideologías, con listas abiertas y no las repugnantes listas cerradas actuales en las que se cuela la morralla.

Muy importante será el poder judicial. No ocurrirá lo mismo que sucede actualmente en Canarias, pues en las Islas padecemos una Justicia -politizada e influida de forma subliminal por altos dirigentes de Las Palmas y el rencor y el odio hacia Tenerife y EL DÍA de ciertos periodistas de la tercera isla, de Canaria- que condena al justo y libera al pecador, al flagrante delincuente que se va de rositas. De esto dará muestra EL DÍA dando nombres y exhibiendo sentencias condenatorias y demandas desestimadas para que el lector sepa por qué hablamos así. El pueblo se quedará asombrado no por la Justicia en sí, sino por la parcialidad de ciertos jueces y juezas. En definitiva, tendremos una Justicia justa y no una al servicio de la Metrópoli española que condena el pensamiento independentista y a sus mentores. Tampoco estará al servicio de la tercera isla del Archipiélago. Tendremos la auténtica Justicia de la mujer de los ojos vendados, la Justicia del fiel de la balanza equilibrada para los hombres y las mujeres. Quién sabe si esta Justicia restañará las injusticias que se han cometido contra nosotros y que hoy están apeladas, porque seguimos confiando en la Justicia final actual.

Puede estar seguro el canario que con la independencia de su tierra también llegará su bienestar porque se desarrollará una política para él y no para la Metrópoli; una política para beneficio del pueblo nacional y soberano canario, con las leyes y regímenes económicos propios. En un futuro ya muy próximo se despejará totalmente la narcosis y se verá claro cómo hemos sido envilecidos por los peninsulares hasta convertirnos en los sumisos y hambrientos que somos hoy en día. Canarios que sufrimos las embestidas de España y sus instituciones.