POCAS veces la historia toma una decisión por su cuenta y riesgo. Generalmente es la economía la que la lleva en volandas y la que la conduce como si fuera el perrito lazarillo de una persona ciega o tuviera un GPS que le indicara el camino a seguir. Las naciones no tienen amigos, tienen intereses. Lo que está sucediendo en los países del norte de África y Oriente Medio, lo que está sucediendo en el planeta entero, cuenta con un fundamento claramente económico. El sistema implantado a estas alturas es de gran complejidad y produce enormes fallos con ajustes temporales que se intentan ir encajando. Lo malo es que tanto en las revueltas árabes y musulmanas como en lo de la crisis de los países ricos se toma nota, se cree que se aprende y se cree que se remienda para evitar que se extienda, pero no hay un planteamiento profundo para el cambio global necesario. Solo se parchea en la confianza de engañar e influir en el adiestramiento de las mascotas guía, perritos lazarillos o economía.

Las teorías de la conspiración, de que Elvis Presley vive y dirige a los extraterrestres, son locas, pero asimismo sería de idiotas si en el atrincheramiento de Muamar el Gadafi y en el enconamiento de la situación en Libia, por ejemplo, no hubiera habido análisis previos que determinaran que el actual era el escenario más probable y al que conducían las políticas aplicadas por la comunidad internacional. No se ha dejado salida.

Siria es un Estado de unos diecinueve millones de personas situado en el centro del llamado avispero de Oriente Medio, y que con una pirámide poblacional de estructura muy joven -el 38,6% de los habitantes es menor de quince años, con una fecundidad de 3,32 hijos por mujer- duplicará a este ritmo de crecimiento del 2,4% anual su población en treinta años.

Como Libia vive del petróleo, por lo tanto, está sujeta a las fluctuaciones del precio; además, suele recurrir a Irán como suministrador, debido a que la producción interna es deficitaria. Posee reservas de gas natural, sal gema y fosfatos. La agricultura (trigo y algodón) genera el 27% del PIB y la ganadería, principalmente caprina y ovina, va dirigida a la exportación de lana. Las industrias textil, alimentaria, metalúrgica y cementera suponen el 22% del PIB.

Reproduce el esquema dominante en la zona. El poder lo ocupa un dirigente coronado con amplias atribuciones no homologables a las monarquías europeas, o un partido monolítico y sin contraste, en este caso desde el año 1963, el Partido del Renacimiento Árabe Socialista o Baaz, que gobierna bajo la declaratoria de "estado de emergencia" desde 1970, con el condicionante añadido de que ha pertenecido en propiedad a la familia Assad y a los que la rodean. En la actualidad, el presidente es Bashar al-Assad, hijo de Hafez al-Assad, quien rigió los destinos del país desde ese año hasta su muerte en el año 2000.

Es sabido que también en los países con estas vías raras, del corte que sea, se tiende a la sucesión intrafamiliar en una perpetuación dinástica (diseñada antes para Egipto o Libia), que se ha manifestado en Corea del Norte, Cuba o en la estructura de poder en Siria. La constitución de 1973 la define oficialmente como un Estado socialista secular que reconoce al islam como religión mayoritaria, aunque realizando en la práctica una recurrida tercera vía entre el marxismo y el capitalismo, alternando posiciones de izquierda y extrema derecha, nacionalismo árabe, socialismo árabe y panarabismo.

Un popurrí nuevamente en otra combinación extravagante de oligarquías caprichosas y población joven con una miseria sin horizontes en la que el adiestrado "canis lupus" presiona para conducir la historia hacia otro lado. Lo ha hecho ya en Túnez, Egipto, Libia; hay otros, como Bahreim o Yemen, en la cuerda floja; y el fenómeno podría extenderse a países con cegueras distintas y más sofisticadas, como Irán, Jordania o Marruecos.

Pero, más bien, de momento, no. Lo de Libia es un desastre integral al que han dejado, yo entiendo que bastante conscientemente, sin conducción guiada. En Siria lloverán rayos y truenos y nadie intervendrá; eso es otra cosa, mariposa; ahí jugamos con fuego. Protestas sí, como con China, pero envolviéndonos en la excusa de la impotencia. Que masacren a la población; si se le hace caso al perro se "iranizarán".