Hoy escribo no para exigirle al Gobierno; hoy me dirijo a ti, compañero de fatigas, compañera de proyectos, amigo, amiga… para pedirte que busques en tu interior la conciencia, la vitalidad, la esperanza que nos han robado. Y cuando de nuevo la tengas a flor de piel, consciente de nuestra fuerza y valía, mires alrededor y la comuniques a la persona que tienes a tu lado.

No estamos solos y podemos convertir nuestra apatía, nuestro miedo, en rabia. Y hacerla pública, organizada.

Escuchamos a los políticos vender su producto, hablando de prioridades y de lo que van a hacer si ganan, mientras otras voces intentan abrirse un espacio en el mundo de la comunicación, con el lema "Por nuestro futuro: educación pública de calidad". Comparando esas voces, y tras echar un vistazo a la realidad, me he preguntado cuántas personas compartimos ese lema. Y estoy segura de que somos muchas, pero no se nos ve lo suficiente.

La lucha por un mundo más justo e igualitario me ha producido a lo largo de los años, como a todos los seres humanos, muy variados sentimientos, a veces incluso contradictorios, sentimientos de felicidad por estar vivos, unidos en unos ideales, solidarios con quienes sufren, pero también he de reconocer que en los últimos meses me asalta a ratos un sentimiento de preocupación.

Preocupación no solo por la pobreza existente en Canarias, por el deterioro de nuestra tierra, por el desmantelamiento de los servicios públicos, por el retroceso sufrido en derechos laborales y sociales, por la violencia sufrida por las mujeres, que no es poco.

Preocupación no solo por los recortes y el deterioro que está sufriendo en Canarias el servicio público de la educación ante la imposición y la prepotencia de esta Consejería, que ha tenido una clara hoja de ruta: deshacerse de la educación pública y convertirla en un negocio.

Esta preocupación ha aumentado, y me ha hecho sentir un nudo en la garganta, cuando compruebo que esta realidad no está teniendo suficiente respuesta por parte de la ciudadanía.

Siento un nudo en la garganta cuando pienso que el poder y sus acólitos han conseguido que la indiferencia, la apatía, la resignación, el miedo, hayan invadido los corazones de las comunidades educativas y de nuestra ciudadanía.

Siento un nudo en la garganta porque la idea de inevitabilidad que nos han imbuido ante los acontecimientos nos está produciendo una sensación de impotencia que paraliza cualquier tipo de acción social colectiva. Y no podemos permitir que nos agoten por aburrimiento, porque está en juego nuestro futuro.

En estos días, en que tantas falsas verdades escuchamos, debemos alzar nuestra voz para que tengan claro que la educación es la base de nuestra sociedad, que la educación pública no es un lujo que nos regalan los que gobiernan, que es una inversión social de futuro, por el progreso, la democracia y la paz. Y que las comunidades educativas y la ciudadanía no vamos a permitir ni un paso atrás en el camino recorrido; que tengan claro que somos conscientes de que la transformación de la realidad está también en nuestras manos y en nuestras voluntades.

Espero que nos veamos en la manifestación del jueves 12 de mayo, a las seis de la tarde, en la plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife. No dejes de invitar a cuantas personas consideres preocupadas por el futuro de la educación en Canarias. Solo hace falta que acudamos, porque hay muchas razones para ello.

Mary Bolaños

(Maestra, miembro del STEC-IC)