POR TAMAÑO y poder económico, en la zona de influencia de Canarias para captar turistas, Francia e Italia deberían ocupar, junto con España, el Reino Unido y Alemania, un papel de relevancia. Pero no es así. Los italianos, poco a poco, van conociendo y apreciando los encantos de esta tierra; el mercado francés, bastante fiel a su turismo doméstico, es más reticente y tradicionalmente se ha resistido a proporcionar abundantes montantes de visitantes. Aun los fuertes incrementos detectados en las llegadas a nuestros puertos y aeropuertos de ciudadanos de ambas nacionalidades, por el colapso de los destinos como Túnez o Egipto, las cifras totales, especialmente en el caso de los galos, siguen siendo escasas.

Francia representa el 15% del turismo extranjero para España, lo que convierte a este país en el tercer mercado emisor, tras Reino Unido y Alemania. No es así en Canarias. La marea tricolor gabacha que entra por los Pirineos hacia la Península seguirá creciendo de manera sostenida a lo largo de 2011, según prevé la Oficina Española de Turismo en París. En 2010, los viajeros franceses generaron 10,58 millones de pernoctaciones hoteleras en el total del Estado: 8,13 millones de turistas galos, lo que significó un 2,3% más respecto a 2009, según la encuesta Frontur. Cabe recordar que la economía francesa, con un desempleo cercano al 10%, cerró 2010 con un crecimiento del 1,5% de su PIB. Para 2011, el gobierno espera un 2,3%.

Según mi opinión, más que lo que el centralizado Estado pueda o no pueda generar como combustible para la industria turística de Canarias, es vital la valoración en lo que a nosotros respecta de sus fuertes posiciones e intereses actuales en el África Occidental, que en su tiempo fue una federación de ocho territorios: Mauritania, Senegal, Sudán francés (ahora Mali), Guinea, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (ahora Burkina Faso) y Dahomey (ahora Benín), que, sumados a la importancia estratégica otorgada por la metrópoli a países como Marruecos o Argelia y a toda la zona, consolidan desde hace siglos el papel de claro protagonista en sus intereses. Lo hemos palpado en acontecimientos recientes como los de Costa de Marfil.

En Canarias la huella cultural e histórica es indudable. Un creyón es un creyón; hay topónimos como Islote del Francés (en Lanzarote), Playa Francesa (en La Graciosa), o Barranco Franceses, Costa de Franceses y Franceses (en La Palma), aparte de otros derivados de antropónimos, como Betancuria, que representan el claro testimonio del contacto ininterrumpido durante siglos. Es francés el primer llamado conquistador de las Islas, Jean de Bethencourt, y son muchas las familias asentadas en el Archipiélago, en su mayor parte vinculadas a la actividad comercial (desde Gascogne y a través de la Península llega la rama de los Ascanio; de Nancy salen los Dugour; de Le Mentec proceden los Croissier; desde Saint-Malo vienen los Baulen, que se instalan en 1544; oriundo de Béarn es el apellido Casalon; y son de Francia otras onomásticas de arraigo como los Porlier, Arnau, Guigou, Mustelier, Fonspertuis, Bosq o de La Roche). Son múltiples las referencias a Canarias en la literatura de viajes francesa desde el Renacimiento hasta nuestros días, lo que constituye una excelente fuente para el conocimiento de la historia, la geografía y la etnografía insular. A naturalistas franceses debemos las primeras descripciones del Archipiélago; son cosmógrafos de origen galo los que determinan la situación de la isla de El Hierro como primer meridiano. A autores franceses pertenecen la mayoría de los estudios antropológicos realizados sobre los guanches. Resulta además significativo que dos de los momentos claves de la evolución cultural insular, la época de la Ilustración y los inicios del Surrealismo tengan raíces en la formación parisina de la élite social del Archipiélago, con una influencia directa en la literatura, la filosofía, las artes y los movimientos vanguardistas.

Quizás tendríamos que ahondar con mayor determinación en las posibilidades de crear bases económicas conjuntas. La ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno español, Trinidad Jiménez, y el embajador de Francia en España, Bruno Delaye, subrayaron el papel estratégico que Canarias ha de jugar en el desarrollo económico, social y cultural de África Occidental. Eso ya de por sí es un paso. Ambos coincidieron en que la cercanía de Canarias a África supone una magnífica oportunidad.

Lo que no entiendo es que, como siempre que interviene el Estado -con China igual-, lo centren únicamente en Las Palmas.

infburg@yahoo.es