Hoy, que es jornada de reflexión previa a las elecciones de mañana domingo, no vamos a expresar opiniones de carácter político por un estricto acatamiento de la ley. No nos gusta la actual Ley electoral -lo hemos manifestado en repetidas ocasiones- pero la cumplimos mientras esté vigente, pues cuando Canarias sea un país independiente y con Estado las normas por las que nos regularemos, también en este aspecto, serán otras. Entonces tendremos una legislación moderna y ecléctica con relación a la imperante en los países más avanzados.

No haremos comentarios políticos, insistimos, pero sí vamos a referirnos a un titular de nuestra primera página del jueves que ya analizamos ayer, pero que consideramos importante traer de nuevo a la consideración del lector en esta jornada que debe ser, como acabamos de decir, de tranquila meditación: "Tenerife empieza a dejar atrás la crisis". No dudamos -ya lo apuntábamos ayer- que el Cabildo de Tenerife y la Cámara de Comercio tengan buena información para afirmar esto. Sin embargo, Tenerife no es todo el Archipiélago canario, a pesar de ser la principal de las siete islas. Y nosotros luchamos por toda Canarias, empezando por Tenerife. En eso nos diferenciamos de los políticos tinerfeños que han traicionado a esta Isla. Confiamos en que no cometamos una imprudencia electoral al decir esto, pues no señalamos a ningún partido en concreto como responsable de dicha negligencia culposa, aunque nos parece que es algo más que negligencia lo que se está haciendo con esta Isla.

Sabemos por los medios de comunicación extranjeros, sobre todo por las cadenas internacionales de televisión, que la crisis ya no existe en el mundo. El bache económico ha sido superado en la mayoría de los países avanzados. Lo que sigue existiendo, por desgracia, es el tercermundismo; una situación lamentable para quienes la sufren -todos los hombres y mujeres de este planeta son hijos de Dios y, por lo tanto, personas dignas- y más lamentable aun para los canarios, pues hemos pasado de vivir en unas Islas afortunadas a ser habitantes de un país del tercer mundo. Quién lo iba a decir: vivimos en el tercermundismo. Una consecuencia de la situación colonial y también de que aquí no se trabaja.

Por eso afirmamos que tiene razón la canciller Angela Merkel al querer implantar el modelo alemán en toda Europa. Bienvenido sea si con él se acaban muchas fiestas, puentes, holgazanerías, pausas para el cigarrito, para desayunos y no sabemos cuántas cosas más. Vacaciones, sí; las necesarias. Ojalá nos convirtiésemos económicamente en alemanes. Es mejor ser canarios alemanes que canarios españoles. El caso es que creemos lo que dice el Cabildo de Tenerife y la Cámara de Comercio por la entidad de las instituciones que lo dicen, pero no porque lo veamos en la calle. En la calle seguimos viendo las colas del hambre. Cada vez hay más mendigos a las puertas de los organismos públicos. Por lo que nos atañe directamente, mientras nuestra casa, nuestro periódico, no se recupere de la crisis, no podemos hablar de recuperación. Nosotros, a pesar de ser el periódico más leído de Canarias, seguimos en la crisis dramática que padecen todos los medios de comunicación. Estamos en crisis porque no hay ingresos y no hay ingresos porque no hay actividad; no hay anunciantes. Porque nada menos que 300.000 canarios están en paro. Porque la juventud tiene que emigrar si quiere encontrar un trabajo digno con la preparación que posee y que tanto esfuerzo le ha costado conseguir. Cuando dejemos de sentir las consecuencias de la depresión económica en nuestras propias carnes de empresario, diremos que ha desaparecido la crisis; antes no. El mejor ejemplo somos nosotros.

También debemos decir que la mala situación económica que padecemos ha sido motivada por la acción de los sindicatos y sus adláteres, porque en lugar de ayudar a las empresas a buscar soluciones, sólo se han preocupado de ellos mismos; de sus liberados que cobran sin trabajar. Sólo se han ocupado de organizar manifestaciones con pititos, pancartitas, banderitas y megáfonos para gritar cuanto más alto mejor, en las que se justifican ante los trabajadores y luego se van a comer a restaurantes lujosos en los que nunca entran aquellos a los que dicen que defienden. Eso por no hablar de propuestas rotundamente absurdas, porque los sindicatos siguen viviendo en otro mundo; en el pasado. Cuando desaparezca también todo esto habremos salido de la crisis; antes, lo repetimos, no porque es imposible. Y es más imposible aún mientras sigamos siendo una colonia de España; mientras seamos la finca de un país que arrasa con todos nuestros recursos.