MAÑANA son las elecciones en Canarias, en teoría el momento supremo en el que una democracia se nutre de la expresión popular. Nada menos que ejercemos nuestro derecho a decidir. La historia demuestra que, en aras a cualquier otra prioridad (unificación, orden, rebeldía, estrategia…), es peor no contar con este mecanismo. "Aquellos capaces de sacrificar una libertad esencial para conseguir una seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad" (Benjamin Franklin). Votamos a ayuntamientos, cabildos y comunidad autónoma, no lo olvidemos.

Usted puede hacer lo que le dé la gana, y mientras respete las normas es soberano. Esto es lo bueno y lo malo; hay algunos que piden que se haga un examen previo de mínimos de tolerancia, civismo y cultura para poder ejercer el derecho, aunque nada esté más lejos de la realidad; el sufragio es como la muerte: nos iguala a todos; la "calidad" no cuenta. Se afirma que el ejercicio democrático -en nuestro caso más consultivo que participativo- hace décadas está viciado por el manejo de las masas con los modernos sistemas de márketing político y que solo ganan quienes se infiltran en el subconsciente o inconsciente comunitario.

Claro, ahí entramos en cuartas o quintas dimensiones y en consideraciones formales, como que un voto no tiene las mismas consecuencias en un sitio que en otro según los sistemas electorales, todos ellos muy cuestionados. Por un lado, caemos en las manipulaciones achacables a la falta de libertad previa para sopesar correctamente las opciones y, por otro, en la partitocracia con sus listas y pensamientos cerrados. En el bipartidismo o en la simplificación premiada por la Ley D''Hont. En que Canarias, independientemente de la necesidad de estar incluida en el globo, sea Canarias y punto, ¡o no!, y no se preocupe, porque es usted quien lo decide. Al final puede que nos quede hasta una sensación de impotencia y de que aunque nos posicionemos de una manera u otra siempre será lo mismo. Surgen fenómenos nuevos que nos indican que quizás algo gordo podría estar guisándose (¿sorpresa?). Por ejemplo, el espontáneo Democracia Real Ya o 15-M, que intenta articular un rejo para una sociedad civil hasta ahora noqueada expresando la indignación ante los trapicheos, los mercados y el peso de los billetes.

Si quiere puede no votar o votar, y en ese caso hacerlo en blanco u optar por formaciones o candidatos que le parezcan merecedores de su confianza tanto por convicción como por comparación o descarte. Si algo hemos aprendido es que el abanico de criterios es muy amplio. Que lo que le vale a usted a mí no, y lo siento en el alma. Según temas concretos, cada uno es de su padre y de su madre y quizás coincidamos más de lo que discrepamos, pero con lo que votamos nos homologamos en lo menos diferente de todo lo que opinamos. Plurales y caprichosos, aplicamos probablemente la razón de nuestros sumatorios trascendentes, y en esta ocasión introduciremos tres bonitas papeletas que formarán las mayorías o minorías.

Me atrevo a pedir algo a los candidatos que salgan elegidos, aparte de la honestidad y el trabajo que se les supone y de parte de los que nos vamos a convertir como votantes en números fríos divididos en gavetas uniformes no del todo consecuentes con una definición común de pensamiento.

Les ruego que se den cuenta y perciban con nitidez la verdadera dimensión, magnitud o envergadura del drama económico en el que estamos revolviendo este puchero. El que se cocina en las Islas, con cifras de desempleo inauditas colocadas por encima del padecimiento en muchas familias. Por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda; estamos hablando de la dignidad de mucha gente y de, por lo menos, una generación estafada a base de bien. De la desesperación y el desconcierto superpuesto de empresarios, autónomos, trabajadores, ante las faltas de demanda y de la administración, sindicatos o servicios ante las faltas de presupuesto, con unos datos que apuntan, en sus tajos diferenciales con respecto a zonas equiparables, hacia una insuficiencia constitutiva en un modelo económico que ni de lejos llega para mantener a la población del archipiélago.

Estamos en pleno periodo de reflexión. Enfrascados en el proceso de meditar; esto es, en la capacidad del ser humano para pensar detenidamente en algo con la finalidad de sacar conclusiones. Por Canarias, a ver lo que va a salir de la hoya.