1.- Los jornaleros de Rubalcaba y otros reclutas oficiales acampados en la Puerta del Sol y en otras plazas españolas están dispuestos a boicotear la llamada jornada de reflexión. Ya lo ha hecho el PSOE otras veces, con lo cual la estructura de la democracia se va quebrando poco a poco, convirtiendo lo ilegal en legal. Era patética la imagen de la policía (¿para qué la enviaron?), cuyos agentes se esforzaban en no cumplir un mandato absurdo de desalojo de la Junta Electoral. Absurdo porque la propia Junta Electoral -que ya no sirve sino para mandar a quitar carteles cuando el otro pinta un bigote en la cara del rival- sabía que los ociosos, los antisistema, los hartos de verdad, los reclutas de Rubalcaba y un puñado de viejos con coleta haciendo el ridículo no se iban a marchar. Este es un Mayo cutre y no es casualidad que se haya levantado el personal en la Puerta del Sol (sede de la Comunidad de Madrid) y en mayo, el mes electoral. ¿Por qué no en junio y en las afueras de La Moncloa, ante el verdadero responsable del caos? Es muy posible que cuando el semijubilado Zapatero hablaba de sorpresas se estuviera refiriendo a este ejército de PanchoVilla que vulnera las normas y, por lo tanto, la democracia.

2.- Los socialistas han abocado a España al caos institucional. No sólo tenemos un alto tribunal intérprete de la Constitución que comete desaguisados partidistas, sino que ahora todo un Gobierno se alegra y protege a quienes, desde una presunta y agitada acritud, se manifiestan contra lo establecido democráticamente. Este movimiento morirá probablemente el 23 de mayo y resucitará cuando toque, en marzo del año que viene. Y así tendrán una esperanza más de perpetuarse en el poder quienes han arruinado el país, han acabado con las más altas instituciones y han destrozado la democracia.

3.- La pregunta esa de ¿qué dirá Europa? ya no vale, porque Europa hace tiempo que no dice nada. Nos da por imposibles. Ni siquiera somos capaces de respetar jornadas electorales de reflexión, convirtiéndolas impunemente en irreflexivas. No tenemos categoría democrática y quienes nos gobiernan son capaces de pertrechar y de jalear a este ejército de disconformes con todo para que intenten acabar con lo más sagrado: la capacidad del ciudadano para echar a patadas, en unas elecciones libres, a quienes nos han metido en este lío de tan difícil salida.