DE NUEVO el comentario de un lector -una lectora esta vez; qué sería de mí sin tales apostillas- me vale como inspiración para este artículo. Una señora que me recuerda la existencia de nueve concejales electos del PP en Santa Cruz pero, al mismo tiempo, la también contundente realidad de que CC tiene otros nueve. Número de votos aparte, subraya esta lectora que lo importante ahora son los acuerdos a los que lleguen esos concejales, pues nosotros no elegimos a los alcaldes sino a los concejales; al primer regidor lo designan ellos.

No lo niego, pues no se puede negar la evidencia, pero esa es nuestra gran desgracia. Porque de igual forma que las verdades a medias son las mayores mentiras, la democracia a medias supone en la práctica una ausencia total de democracia. Lo que sigue es aplicable a cualquier ayuntamiento de España, comunidad autónoma o cabildo -en el caso de Canarias- en el que ningún partido haya logrado la mayoría absoluta. Sin embargo, como la respetada objetora a mis opiniones se ha centrado en el Consistorio santacrucero, sigamos en la capital. Cabe preguntar no ya a cuántos votantes del PP, sino meramente a cuántos afiliados de este partido está consultando Cristina Tavío a la hora de alcanzar un pacto con CC o con el PSOE. De hecho, ni siquiera quiso saber la opinión de su partido -ni mucho menos la de sus potenciales votantes- a la hora de confeccionar la lista que encabezó en las elecciones del domingo. Lo mismo cabe decir de los señores Bermúdez y Pérez respecto a sus formaciones. Eso sí, con la diferencia de que Tavío al menos ha ganado; Bermúdez ha entrado en la historia con el dudoso mérito de ser el único candidato de ATI, CC o cualquier otra denominación adoptada por el nacionalismo vernáculo que ha perdido en una plaza tan emblemática para los del "somos de aquí" como es Santa Cruz. En cuanto a Julio Pérez, hace un par de días afirmó que actuaría en consonancia con la disciplina de partido. Desconozco si en estos momentos ha cambiado de opinión considerando que, al parecer, el PSOE tinerfeño no está por la labor de plegarse a las conveniencias del secretario general; entiéndase, de pagar una onerosa factura política para que José Miguel Pérez minimice en lo personal el estigma de una derrota vergonzosa y vergonzante.

Pero allá cada cual. Lo esencial por lo que respecta a Santa Cruz es que el alcalde de esta ciudad no va a depender, casi con toda seguridad, de la voluntad de los vecinos chicharreros que han ido a votar, sino de lo que convenga en Las Palmas y en Madrid. Con lo cual sugiero que dentro de cuatro años, en vez de organizar unas elecciones municipales en la capital tinerfeña -lo cual siempre es caro-, se organicen algunos viajes colectivos tipo Imserso o similares primero a Las Palmas y luego a Madrid, con las correspondientes manifestaciones pidiendo tal o cual alcalde ante las sedes del PSOE o del PP si ese fuera el caso. Bien es verdad que en esta ocasión el PP ha dado libertad de acción a sus huestes; ya veremos hasta qué punto. Y en cuanto al PSOE, cuidado con las indisciplinas porque les disuelven la gestora de Santa Cruz y crean otra -que sería algo así como la gestora de la gestora- en menos tiempo del que se tarda en decirlo. Si esto es democracia, yo paso.