1.- El indignado soy yo, que fui a la Puerta del Sol, a mi óptica, y me pasé un rato pisando mierda. El indignado es el dueño de la óptica, que está a punto de dar el toletazo porque los melenudos le han puesto un cartel en la puerta y casi nadie entra. El indignado es el chico normal que pasaba por allí y lo increpaban porque no vestía como ellos, ni actuaba como ellos. El indignado es el señor de la filatelia, al que le mean y le cagan en la puerta porque los ácratas de la acampada no se molestan en ir a un retrete público. Los indignados son los barceloneses encuadrados en lo que llaman "gente de orden", porque están poniendo bonita la Plaza de Cataluña. ¿Dónde bailarán la sardana el próximo domingo? Yo no vi en Madrid sino tipos con pelos de rafta, hippies trasnochados con mucha ropa encima, gente que lleva infiernillos… y los toldos. Los toldos constituyen la nueva bandera de la tropa supuestamente indigente disfrazada de progresía, pero que no es progresía ni mierda porque todos los carteles están cortados por la misma tijera y hay mensajes que asustan, como uno que vi sobre la separación Iglesia-Estado, asunto resuelto desde la época de Franco. Y mucha falta de higiene, porque allí nadie se ducha y algunos se escarranchan para echar la meada, y para lo otro; que debería darles vergüenza.

2.- Indignados deben estar el madrileño y el barcelonés, hartos del toldo y el infiernillo, que ven cómo el Mayo español se los come por las patas para abajo. Ya tienen hasta abogados, indignados también, que precisan su protagonismo, cómo no, auxiliando a los acampados, sin oficio ni beneficio. Deberían salir a pedir para las misiones -para los chinitos, se decía antes- o comprar un telar y fabricar camisetas de franela, qué sé yo. Todo menos gandulear en las plazas, esperando no sé qué cosas que tienen que llegar, a lo mejor al mismo que yo creo que es el icono de la acampada. Pónganse a trabajar, majaderos.

3.- En resumen, que tienen aquello hecho unos zorros y que la mierda acumulada en la plaza de Cataluña y en la Puerta del Sol pesa muchas toneladas y que han construido un zoco en Madrid y otro en Barcelona, porque a los acampados les gusta el hacinamiento, el buen tiempo y el soroballo. Y que el otro día a los de Madrid les cayó una tormenta de granizo encima que los dispersó momentáneamente, aunque los puñeteros refugios resistieron. Han hecho del puto toldo una cultura y de la indignación de los demás, por ejemplo de la mía, un motivo para colgar al hereje. Pues aunque sea actuar contra corriente y arriesgarme a ser ahorcado, que se dispersen cuanto antes estos jediondos.

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