Claro que sí, presidente Zapatero; claro que sí. A Rubalcaba le bastan diez meses para ganar las generales de 2012; esas elecciones que usted se empeña en no adelantar porque en sus ensoñaciones infantiles, aunque desastrosas o dramáticas, actúa como el entrenador del Alcoyano cuando perdía once a cero y pedía prórroga para intentar el empate. A usted ni siquiera le vale el empate; pretende la victoria. Un triunfo que un partido -el PSOE- aniquilado por usted mismo acaso puede lograr sin necesidad de que el ministro Rubalcaba sea un esprínter; le basta a su vicepresidente con seguir siendo ese rey del subsuelo o paradigma de la decadencia a juicio del PP. Quizá no con tanta capacidad para la manipulación política como otro ingeniero que pulula por estos alrededores y que hoy celebra, en calidad de presidente en funciones, el día de esta patria atlántica y archipielágica llamada Canarias. Un señor que lo corteja a usted desde hace más de un año porque veía venir el triunfo del PP y no estaba dispuesto a ser el segundo de José Manuel Soria. Le quitaba el sueño la posibilidad de que su ex vicepresidente lo maltratase tanto, lo despreciase tanto, lo ninguneara tanto y, hablando claro -aun a costa de que el meapilas habitual vuelva a pedirle al editor de este periódico que no publique artículos de un deslenguado como yo- que Soria, nada menos que el estirado de Soria, lo puteara tanto como lo jodió él durante tres años. Cosas de la política, claro. En cuanto se firme el pacto al que usted ya ha dado luz verde, señor presidente Zapatero, comenzará el vernáculo ingeniero de nuestra no menos vernácula política bananera a lucubrar la forma de darle la patada a ese adlátere que usted tiene por aquí; a ese pobre hombre de los enjuagues partidistas -lo escribí ayer pero no está de más recordarlo- llamado José Miguel Pérez. Qué efímeras son las glorias impuestas. Ignoro, de momento, cuáles serán los argumentos de Rivero y sus validos para prescindir de ustedes en tan poco tiempo, presidente y ciudadano Zapatero, pero estoy seguro de que pronto saciaremos todos nuestra curiosidad. Eso sí, desde ahora puedo asegurarle que primará la inexcusable defensa de Canarias.

Lo curioso -digámoslo así- es que al señor Rivero posiblemente le importa Canarias lo mismo que a usted España. Cierto que él todavía no ha dicho que Canarias es un concepto discutido y discutible, pero tampoco estamos hablando de nacionalistas auténticos. Personalmente no me imagino a un Arturo Mas o a un Iñigo Urkullu pidiendo su venia -o su amparo- en Madrid para presidir un gobierno en Cataluña o las Vascongadas. Tan desgraciaditos somos los canarios, ya lo ve, que ni siquiera tenemos un nacionalismo que asuste. ¿Puede asustar una quícara? Por eso usted valvulea impunemente a CC, ya sea con 25.000 millones de euros que nadie verá o, simplemente, con agua salada. Y todos tan contentos porque así se hace patria. ¿Verdad que sí?

En fin, señor Zapatero, suerte para este país que Rubalcaba no será presidente ni siquiera manteniendo a los "indignados" chapoteando en ese charco de orines e inmundicia en que han convertido la Puerta del Sol (o simplemente Sol, como decís vosotros, los peninsulares, que sois la releche en leísmo y en comeros los artículos) hasta los comicios de 2012, cuando ya no quede piedra sobre piedra ni en su partido ni en este país.