EN EL CURSO de esta ópera bufa que está representando, en el escenario nacional, el Partido Socialista, después de su derrota por K.O. en las urnas, el jueves pasado, entró en escena la "menistra", que dicen en mi pueblo, doña Carme Chacón, la que inventó aquello de "los miembros" y "las miembras", atropellando a la gramática. Pero la titular del que fue Ministerio de la Guerra, nombrada para el cargo por el presidente Rodríguez Zapatero, exponiéndose a que todo el mundo le tomara el pelo cuando la señora, en el noveno mes de embarazo, con enorme vientre, pasó revista a una formación del Ejército que ella manda, incluidos cabos primeros y hasta capitanes generales, que tuvieron y siguen teniendo que cuadrarse ante la señora. Sin temor a equivocarse, parece que afirman varios historiadores que ese acto de presentación de la ministra a su Ejército fue único en el globo terráqueo, como tampoco tiene precedentes que una mujer ocupe un Ministerio de Defensa en ningún país conocido.

No se sabe, se dice y se asegura, que la señora Chacón, además de sus "dotes guerreras", no se sabe por qué, de pronto y sin hacer antesala, parece que los barones socialistas la vienen señalando como posible sucesora del señor Rodríguez Zapatero en el Partido Socialista y, naturalmente, en el Gobierno que se suponía iba a seguir en manos del PSOE tras el 22-M. Y se apuntaba al ministro Rubalcaba también como posible sucesor. Y, en este supuesto, fue cuando, llegada la derrota electoral y planteándose la posibilidad de unas primarias para elegir sucesor, la señora Chacón da el campanazo cuando anuncia que ha decidido no presentarse a tales primarias porque se perjudica y se quita personalidad y fuerza al partido.

Uno tampoco entiende el porqué de esta reacción que, de momento, deja al pairo, en términos marineros, al PSOE. Y en ese momento estamos, mientras lo único cierto en el tremendo tinglado nacional es que ya Zapatero no pinta nada y hasta está jeringando al mismo PSOE con aquello de primarias o de congreso, que no acaba de concretarse, en lo que atañe a la cúspide socialista si es que sigue existiendo como fuerza política influyente. Mientras, en Canarias, don José Miguel Pérez sigue creando polémica, porque, al parecer, se inclina por el pacto con Coalición Canaria, mientras los socialistas de Tenerife se oponen a estos propósitos y, en el fondo, siguen sosteniendo una guerra interna con el señor Pérez, por cierto, sin que se conozcan públicamente los resultados, en las urnas, de la opción política constituida en Tenerife contra el partido del señor Pérez, que también es socialista. ¿Llegará, alguna vez, el final de este embrollo?