DEL INGENIO y de las habilidades dialécticas, aunque no solo tiene estas, del nuevo candidato del PSOE en las próximas elecciones generales nadie duda. Rubalcaba, cuando quiere, es una máquina de dar titulares a los medios de comunicación. Todavía no ha sido proclamado oficialmente candidato, pero como no hay tiempo que perder ya ha empezado su gira por las agrupaciones socialistas de toda España. Y en el primer sitio que ha ido, Sevilla, ha dejado una perla: "Para los militantes soy Rubalcaba y quiero pasar a ser Alfredo". Un poco cursi, pero lo dicho ha conseguido titulares y cortes de audio en los medios.

Aparte de aspirar a lograr esa cercanía con la militancia, Rubalcaba tendrá que decidir pronto una cuestión que desde el sentido común empieza a ser escandalosa. En estos momentos es vicepresidente primero del Gobierno, portavoz del mismo, ministro del Interior y candidato de su partido en las próximas elecciones generales. La incompatibilidad para tanto cargo no es de tipo legal, sino de carácter ético y, sobre todo, práctico. Por muy trabajador que sea, por mucho que exprima las veinticuatro horas del día, es metafísicamente imposible que pueda desarrollar todas esas responsabilidades a la vez sin descuidarlas. No digamos ya los recelos que crea el hecho de que el próximo candidato del PSOE -y más si es Rubalcaba- siga controlando todos los aparatos policiales del Estado. Con lo cual, lo lógico es que, como muy tardar a la vuelta del verano, el candidato del PSOE abandone las tareas que ahora tiene en el Ejecutivo.

Tras la espantada, no aclarada en sus motivos y causas, de Carme Chacón, parece claro que todo el partido ha cerrado filas y se va a volcar con Rubalcaba. Y el primero que lo ha hecho ha sido el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE. En una entrevista en RNE, Zapatero se ha deshecho en elogios hacia su sucesor y ha salido al paso de algunas informaciones periodísticas de estos días que apuntaban a que Rubalcaba, ayudado por Patxi López y José Blanco, había conspirado lo indecible para evitar que hubiera primarias -lo que conllevaba la retirada de la carrera sucesoria, como así sucedió, de la actual ministra de Defensa-, incluso para obligar a Zapatero a dejar ya la secretaría general del PSOE.

En ese intento de limpiar el nombre de su sucesor, Zapatero ha llegado a decir que "la única conspiración que conozco de Rubalcaba ha sido contra ETA, y lo ha hecho muy bien". Como dice el refranero popular, "que Dios nos coja confesados", porque si meter a ETA en las instituciones, a través de Bildu, como ha hecho el Gobierno con la inestimable ayuda de seis magistrados del Tribunal Constitucional, es un resultado positivo, pues, siguiendo con el refranero, "que venga Dios y lo vea". Pero ya se sabe que el amor a veces es ciego, y eso es lo que le debe de pasar a José Luis con Alfredo.