1.- Pude oler, en mi sueño reciente, la retama en flor y la laurisilva que superan el malpaís del Taoro portuense. Allí moraba el mencey , sin sospechar su triste destino. Él fue mi antepasado y ahora me emociona seguirlo en su último viaje como esclavo hacia la República Serenísima, una vez que le hicieran hincar la rodilla ante los Reyes de la España conquistadora. , estoy seguro de ello, no perdió la dignidad. Hoy, en la Feria del Libro, a las ocho y media de la tarde, se reivindican su memoria y su tragedia, gracias a un libro insustituible de Juan-Manuel García Ramos, bellamente editado por Artemisa y dedicado a don Antonio Rumeu de Armas, que despertó la curiosidad del autor. Ha dicho el escritor: "Consideré que ya iba siendo hora de darle la palabra a los vencidos". Y cuánta razón tiene. La literatura es un espejo deformante de la realidad que ayuda a interpretar, desde un ángulo diferente, a esa misma realidad. Gracias a eso aparece un entre la historia y la leyenda, pertrechado de heroísmo y de mitología. Ha nacido una gran novela, acaso la novela de una épica que sólo sobrevivía en verso. A mí, querido Juan-Manuel, también me resulta inaceptable "el pudor -casi el desprecio- con el que algunos se refieren a los primitivos habitantes de Canarias".

2.- María Rosa Alonso, que acaba de morir centenaria, pronosticó que esta novela no aparecería nunca. Se equivocó la admirada profesora. Ambientada entre los años 1494 y 1497, Juan-Manuel hizo varios viajes a Italia para beber en las fuentes y en los escenarios. Fíjense en el elenco: los Reyes Católicos, Cristóbal Colón, la ninfómana y cruel Beatriz de Bobadilla (en paz descansa mi querido José Diego), el Papa Alejandro VI, el dux Agostino Barbarino.En 1496, regalado como esclavo exótico al dux de Venecia, partió hacia allí desde tierras "tan lejanas como confusas". Nuestras islas.

3.- ¿Qué fue de aquel guerrero, una vez que llegó a la culta Venecia como un trofeo del neolítico? Es ahora cuando se desborda la imaginación del escritor, que antepone la magia de la literatura a una realidad que se ignora y compone un relato que quedará como una parte recuperada de nuestra lírica y de nuestra épica. Si el Poema de Viana cantó a la raza desde la defensa de nuestros peñascos queridos, ahora García Ramos internacionaliza el verso y lo transforma en una prosa llena de energía y de orgullo. Nuestro irrenunciable orgullo que nos ha hecho sobrevivir como pueblo. Enhorabuena, amigo. Cuando acabé de soñar, se había perdido por entre los pliegues de la historia y la leyenda. Yo lo vi.