1.- No sé si ustedes se acuerdan de aquella serie policiaca de televisión emitida hace dos décadas. Se titulaba así, Canción triste de Hill Street. El escenario era una comisaría cutre de Nueva York, en la que lo único que funcionaba era la máquina de hacer café. Desde hace años vengo denunciando la situación encachazada del Puerto de la Cruz, la cutrez que desprende una ciudad hecha para los sesenta y que ha sobrevivido cinco décadas más de lo debido, en su estado inicial. La imagen que se ofrece al visitante es tremenda, sobre todo teniendo en cuenta que el Puerto se alza sobre un vergel, un paraje de excepcional belleza, de clima templado y agradable, con una vegetación fuera de lo común. Comentábamos el (Francisco Hernández, el mejor amigo que he tenido y que murió hace más de veinte años) y yo que el Puerto nos influía y que en la ciudad respirábamos un aire especial. En cierta ocasión, corríamos un rally y los resultados no eran buenos, pero llegamos al Puerto, donde estaba instalado el parque cerrado, y a continuación ganamos varios tramos cronometrados. Nuestro pueblo nos había dado mucha fuerza.

2.- Pues el otro día acudí a la comisaría de policía portuense acompañando a una amiga que iba a renovar el DNI. Esa dependencia se construyó a partir de un inmueble dedicado a residencia turística, que era ya viejo cuando fue habilitado. Hoy, treinta años después, ríanse ustedes de la comisaría de Hill Street. Si esta es la imagen que damos al turista que ha sufrido un tirón o un embate de los trileros rumanos, esa gente ya no vuelve más. La quintaesencia de la cutrez se respira en aquella dependencia oscura, destartalada, sucia e impropia de una ciudad que quiere conquistar la supremacía turística que tuvo. Debería darle vergüenza al Ministerio del Interior y a su taimado ministro de la cosa, el inefable señor FouchéRubalcaba.

3.- Esa comisaría, que antañazo y no sé si ahora disponía de habitaciones para los policías solteros, hay que demolerla; tirarla abajo. No admite la más mínima reforma, ni un retoque arquitectónico para remozarla. Imposible. La dependencia abominable de la serie parece el Waldorf Astoria al lado de la horripilante mazmorra portuense dedicada a la obtención del DNI, el pasaporte, las tarjetas de residencia y de todo ese papeleo, incluidas las denuncias, con el que tenemos que vivir. Yo soy turista y me echo a correr antes de denunciar algo allí. Prefiero que me roben.