A LA VEZ que ha ido aumentado la presión fiscal -por eso tenemos lo que tenemos y no porque nos lo regale nadie- a lo largo de las últimas décadas, se ha venido incrementando también lo que llamamos economía sumergida. En realidad, son dos variables que en una sociedad un poco tramposilla como esta aparecen más ligadas que en otros sitios, "si no tengo que pagar impuestos lo declaro, pero como tenga que pagar algo lo paso por B". Parece ser que estamos más o menos en entornos sobre el 24%, según un reciente estudio, bastante serio en la medida en que en este tema se puede, realizado por Funcas. Porque esto, como buena evidencia sumergida que es, necesita de alguna dosis de extrapolación, intuición e imaginación.

En Japón hay una ciudad sumergida que se especula que compone los restos de una muy antigua civilización conocida por "Mu". El yacimiento, muy parecido a los Zigurats de Mesopotamia, se encuentra a escasos kilómetros de la isla Yonaguni, y en él pueden observarse una serie de edificios cortados radicalmente que los científicos datan en unos diez mil años de antigüedad, anteriores a la Edad de Piedra. Hay geólogos que atribuyen las formaciones a fenómenos naturales, aunque no pueden explicar cómo varias de las estructuras están formadas por piedra calcárea, una piedra que no existe en esa zona. Además, hay un túnel bien tallado que hasta el día de hoy no encajaría de ningún modo en las teorías naturales. En un extremo del monumento más importante se encuentra una piedra ovalada que llama la atención, ya que es imposible que tan perfectamente tallada corresponda a una formación geológica. Su extremo superior está orientado hacia el norte y podría haberse usado para determinar la hora del día.

En España, el estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) se basa en tres metodologías de aproximación: monetaria, de consumo de energía y con la técnica denominada "Múltiple indicador y múltiples causas", MIMIC en ingles, que viene a ser un índice de demandas que intenta despejar la masa opaca de la economía.

En los últimos treinta años analizados (1980-2008), el volumen de la economía oficial medida por el PIB se ha más que duplicado, pero la economía sumergida en el mismo periodo se ha cuadriplicado, con más de 31.000 millones de euros de media en ese periodo de merma fiscal. Para los autores, está claro que la elevación de la presión fiscal producida durante los últimos treinta años ha incentivado "notablemente" la realización de actividades al margen del fisco.

En cuanto al efecto sobre el empleo, suponiendo que la productividad "aparente" de la economía se corresponda con la misma que la sumergida, se calcula que durante el período 1980-2008 generó una media de 2,5 millones de empleos "en negro".

Posiblemente hay dos focos importantes: uno por arriba, en el que se agruparía a los que contando con actividades económicas muy rentables pueden permitirle alguna discrecionalidad en el desvío de porciones de sus ingresos y pagos a "otros" sitios. Aquí podríamos meter a bastantes profesionales o empresas de sectores en los que no es posible una fiscalización precisa. El segundo colectivo por abajo lo formarían personas que se ganan la vida como sea, propiciando la chapuza, el chanchullo o el escaqueo de cara a la Agencia Tributaria. Por el medio es más difícil y no está al alcance de quien recibe un sueldo por cuenta ajena; ya les cuento que hay gente que de forma pactada con su jefe se apunta al paro y sigue trabajando igual, o que existen actividades en las que de manera genérica y extendida le preguntan si quiere o no quiere factura. Sumando y restando, para que nos hagamos una idea, la cifra que se estima que mueve la economía sumergida debe estar por ahí, entre el 20 y el 25%.

Para los profesores que hicieron el estudio de Funcas, no se debe caer en la "tentación" de considerar a la economía sumergida como una parte "consustancial" de la vida económica, al advertir que a largo plazo supone un "duro lastre" para el PIB.

Es sabido que tras la desglaciación de grandes masas de hielo, sobre todo en el hemisferio norte, el mar subió cientos de metros. De haber existido en ese tiempo una humanidad desarrollada, viviendo como ahora, en su mayoría cerca de la costa, habría quedado engullida por las aguas.

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