De nuevo una noticia que nos pone los pelos de punta. Publicábamos el sábado que, según denuncias de varios colectivos ciudadanos, en La Laguna hay personas que pasan hambre. Añade la información que "esta situación ha provocado que en el consejo del centro sociocultural del camino Tornero se haya decidido que el dinero que les correspondía de los presupuestos participativos sea destinado a los comedores sociales del municipio, afirmando que no se pueden cerrar los ojos ante personas que pasan necesidades".

¿Qué hacen mientras tanto los políticos?, nos preguntamos un día más. Entregarse a la orgía de pactos -todos quieren seguir mamando, coño- para ver quien sigue en la poltrona después de haber conseguido un acta de diputado, de consejero insular o de concejal en las pasadas elecciones. Elecciones que no han sido un pucherazo, porque se han celebrado de forma correcta, como cabía esperar, pero sí una falsedad porque las regula una Ley injusta por naturaleza. Una ley que premia a los dos grandes partidos estatistas -PP y PSOE- y a CC, que es un falso partido nacionalista porque no busca la independencia de su pueblo, acceder al Parlamento y a otras instituciones sin dejarle ninguna posibilidad a los patriotas; a los auténticos nacionalistas, porque ellos sí quieren la libertad de su tierra y de su pueblo; es decir, quieren que estas Islas sean una nación con su Estado y que los canarios tengan identidad y dignidad para ir por el mundo como lo que son: como canarios y no como falsos españoles.

Esta situación colonial que propicia las colas del hambre es la responsable también, lo hemos dicho en repetidas ocasiones, de casi todas nuestras desgracias como pueblo. Y las listas cerradas, junto a la iniquidad política de nuestros parlamentarios, contribuyen a perpetuar tal estado de cosas. Tampoco podemos olvidar la corrupción, de la que no escapan nuestros políticos salvo unos pocos. No olvide ninguno de ellos que así empiezan los conflictos y las revoluciones. Así se originan los desórdenes en la calle. Así empezó lo de Versalles y luego vino la guillotina. Así empezaron las revueltas de Túnez, Egipto, Siria, Libia y otros países. El pueblo siempre se levanta ante el despotismo de los dictadores y también el de los políticos. Y en España abundan los déspotas, empezando por su jefe nacional que es Zapatero.

Y de un disparate a otro. Han estado anunciando durante la semana pasada los periódicos de Las Palmas la llegada de un jurado -que recorrió ayer las calles de esa ciudad- para evaluar sus méritos de cara a conseguir la Capitalidad Cultural Europea de 2016-. Una comicada, ya que esa ciudad -y esto no hace falta que lo diga EL DÍA porque lo puede ver cualquiera- carece de méritos para ser capital de algo, sobre todo de la cultura. ¿Dónde están las manifestaciones culturales en Las Palmas de "Gran Canaria"? Hay villas y ciudades en Tenerife con muchísimos más merecimientos y, pese a ello, no se postulan para una ridiculez. Lo preguntábamos en el pie de imagen del mapa con el que ilustrábamos nuestro editorial de ayer: ¿Capital europea de la cultura? ¿Por qué se avergüenzan los canariones de ser africanos? ¿Por qué no se proponen como capital africana de la cultura, ya que Canarias no está en Europa sino en África? Por supuesto, esa ciudad triste ni siquiera reúne las condiciones para ser capital cultural de África, pues este continente se caracteriza por su colorido, mientras que la capital de la tercera isla es una urbe gris y triste -¿habrá tomado nota ese jurado de la panza de burro que cubre siempre a Las Palmas?-, pero aún así es más lógico aspirar a presidir la cultura africana que la europea.

Hemos dicho muchas veces, y eso lo sabe el pueblo canario, que la independencia del Archipiélago es irreversible. El proceso ya no tiene vuelta atrás por mucho que los españolistas de la tercera isla se empecinen en representar durante un año a la cultura del Viejo Continente. Podrá haber dilaciones debido a las estrategias políticas y diplomáticas del Gobierno de España -que no quiere perder la tan rentable finca canaria-, pero de lo que no puede haber duda es de que el pueblo canario será libre en un futuro inmediato. Sabemos que España utilizará la táctica habitual de desentenderse de las voces, cada vez más numerosas, que claman por nuestra voluntad. Pero esa estrategia dilatoria no servirá para nada. El hambre del pueblo, que citábamos al principio de este comentario, terminará por apartar la corrupción política y el colaboracionismo canarión con la metrópoli que nos sojuzga.