1.- Un paseo breve, el viernes/tarde, por el parque García Sanabria, para visitar la feria del libro y, sobre todo, para asistir a la presentación de "El guanche en Venecia", la cuarta novela de Juan-Manuel García Ramos. Carpa llena, y gente de pie, durante la exposición que bordaron Carlos Díaz-Bertrana, con cloquío canarión, y Aurelio González, con una disertación erótica, llena de pubis y de redondeces. Los dos, excelentes. La novela merecía esos elogios y el público respondió a la convocatoria y a la compra, porque Juan-Manuel agotó existencias en las carpas. Qué bien. Un sondeo rápido entre los expositores me permite decir que la feria ha ido bien, a pesar de la crisis, aunque se venden mucho más los libros baratos. Yo, por ejemplo, pude comprar, por 9 euros, uno sobre Gaceta de Arte, en la carpa del Gobierno. Me quedó pena no llevarme la biografía de Juan Negrín, pero tenía la tarde vaga y el libro pesa mucho. Ayer fui al rastro en su busca, pero no lo conseguí. El parque es una gozada, sobre todo cuando uno puede aparcar, de maravilla, en los estacionamientos del Mencey, perfectos, limpios, bien atendidos. La gente no los ha descubierto todavía, creo yo.

2.- Juan-Manuel García Ramos ha escrito la obra que quería y se lo ha currado. Pero a base de bien. La lectura de la novela y mis comentarios sobre ella me han traído encargos, como si yo fuera su marchante. Por eso ya he comprado cuatro ejemplares, porque tres amigos residentes en la Península me han solicitado su envío. Destaco que el viaje de Bencomo, o de quien fuera, a la república serenísima, ha despertado mucho interés. Hasta me llamó Cubillo, que no había entendido que este libro es una novela, no un relato histórico, aunque tenga de todo. Cubillo sostiene que Bencomo no fue a Venecia, sino otro, contrariando, al parecer, a Viera. Pero lo que la controversia consigue es expectación y expectativa de ventas, así que estupenda la discusión.

3.- La anécdota la protagonizó el ocurrente amigo Oliva, que dijo que Carlos Díaz-Bertrana y Aurelio González habían hablado tanto y tan bien de la obra "que no hace falta leerla, porque ya se sabe quién es el asesino". La gente aplaudió mucho a los disertantes y todos celebraron que Juan-Manuel haya desembuchado todo lo que sabía de ese viaje, del que ya habían hablado don Antonio Ruméu, que lo descubrió, y la profesora María Rosa Alonso, que dudaba que el escritor lo llevara al papel. Unos en la tumba y otros aquí, todos estarán ya contentos. Incluso Bencomo, que reivindicó su memoria histórica. Salí muy contento de la feria y del acto.