DON RICARDO Melchior, quien logró encaramarse de nuevo a la presidencia del Cabildo de Tenerife en virtud de un pacto contra natura con los socialistas, según el cual admitió como segundo de a bordo a don Aurelio Abreu, está de nuevo en la poltrona cabildicia desde la tarde del jueves de la semana pasada en que quedó constituida la nueva corporación, dicen, con atención a las personas que van a ser responsables del empleo, la sostenibilidad ambiental y la austeridad, como eje del acuerdo al que llegaron los partidos de ambos tras quince horas reunidos, durante las cuales se supone que tocaron todas las teclas de una futura gobernación que, según los promotores, intencionadamente, es buena para la isla.

Eso es lo lógico en circunstancias normales, pero también es lógico pensar que los ideales doctrinales, los programas de gobierno y las formas de pensar y de concebir las cosas por dos partidos tan diferentes no encajan en un pacto si uno y otro partido, en cierto modo, no empiezan desde cero, enterrando previamente sus pareceres privados, por si, por parte de alguien del correspondiente partido, se exige a los pactantes que ninguno se salga de su línea política. Pero eso no se verá en los primeros momentos en que socialistas y nacionalistas estrenan gestión, pero está ahí como espada de Damocles, esperando una oportunidad.

Los nuevos aliados -¿o debemos decir pactados?- cuentan con un caramelo que ofrecer al respetable público del norte y del sur de la isla, que es la puesta en marcha, al parecer más pronto de lo previsto, de los hospitales públicos de ambas zonas, el segundo de los cuales dicen que ya empezó a admitir sus primeros pacientes. Pero ahora falta el del Sur, quizás con una amplitud mayor que el que está en funcionamiento, porque el área que cubre es de mayor población, ya que no solo abarca el sur, sino el suroeste y, además, con una población turística variante y tendente a crecer, a la que hay que tratar, digamos, con más cuidado y mejores o, por lo menos, iguales medios que en sus respectivos países. Esta sola actividad, importante por referirse a la sanidad, es un reto para el Cabildo de Tenerife y para el Gobierno de Canarias, que es responsable, digamos superior. Y tengo entendido que, a diferencia del Hospital del Norte, el edificio del Hospital del Sur ni está terminado ni está equipado debidamente para iniciar su servicio. Pero si el recién estrenado cabildo hace tal anuncio será porque puede responder y no va a ser cuestión de que las ambulancias lleguen con turistas de tantos kilómetros a la redonda y se encuentren con el hospital cerrado, como ocurrió hace pocos meses con un centro de salud de Hermigua, en La Gomera.