DESTACÁBAMOS en nuestro comentario de ayer la irrisoria toma de posesión de Fernando Ríos como miembro del Congreso español de los Diputados ante la mirada de incredulidad, e incluso de risa -eso también lo señalábamos- de los otros diputados; de los que sí son auténticos españoles porque han nacido en la Península y no en Canarias, que ni siquiera está en el mismo continente europeo que la Península española sino en África. Los diputados canarios, por mucho que quieran disimular, son vistos como pájaros exóticos. No son españoles. Y si lo son, son españoles de circo. Son tres españoles "totis", porque los españoles que los rodean, como decimos, son españoles de provincias continentales y ellos son tres aves raras del continente africano. Y encima el catecúmeno que toma posesión como lo que no es y no puede ser -un diputado español, porque él no es español sino canario- amenaza con la reforma del Estatuto de Canarias. Una reforma que sólo sirve para uncirnos más al yugo colonial, aunque él, y otros políticamente tan torpes como él, digan que esa reforma nos proporcionará más autonomía.

Incluso si eso fuese verdad, extremo del que dudamos, lo que necesita Canarias no es más libertad autonómica, porque mientras seamos una falsa comunidad autónoma las decisiones que nos afectan se toman en Madrid, sino la libertad total y absoluta de ser una nación soberana y con Estado propio. Otra cosa no nos vale; otra componenda, por mucho que se empeñen los niños de papá políticos y también sus papás, sólo sirve para perpetuar nuestras cadenas coloniales, que es lo mismo que perpetuar el hambre, la miseria, la desesperanza de la juventud ante un futuro que cada día ven más negro y un sinfín de males que nos afectan en mayor cuantía que al país que nos coloniza, porque cuando llega la crisis, lo hemos dicho muchas veces, es el territorio colonizado y no la metrópoli el que se lleva la peor parte.

El caso es que en Madrid está el nuevo diputado de CC en las Cortes españolas, con un papel igual de estrafalario que el de la quícara y del otro, del que nada decimos porque nada tenemos que decir de un cero a la izquierda. Inútiles los tres. Traidores políticos a su pueblo los tres, porque un nacionalista ha sido elegido para conseguir la libertad de su gente, no para pactar y hacerle el juego a quienes la esclavizan. Aquí, señores pájaros exóticos canarios, no hay más solución que la libertad absoluta. La independencia.

Y en relación con esa independencia de la que hablamos, y que llegará a Canarias de forma irremediable porque España no podrá mantener indefinidamente la finca que esquilma allende los mares, recomendamos la lectura de nuestro editorial del domingo, en el que publicaremos dos testimonios sangrantes de la esclavitud y la independencia. No nos importa anticipar los temas. Uno es de Miguel Onofre Huenchual Colipe (Colipi) y lleva por título "Mapuches y guanches: pueblos vivos". El otro testimonio lo extraemos de la novela "El sueño del celta", última obra publicada hasta el momento por el ganador del también último Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Ante los disparates y el caos político, ante la tomadura de pelo al pueblo, el pueblo debe exigir nuevos políticos y una nueva política; algo que sólo le pueden venir a Canarias por la línea de la independencia. ¿Están dispuestos los representantes de CC en el Congreso de los Diputados a pedir la independencia, o van a contentarse, como han hecho hasta ahora, con seguirle el juego a Zapatero? ¿Los va a seguir engatusando el presidente del Gobierno de España con dinero que nunca llega a darles y con agua en cestas? Por cierto, ¿se han dado cuenta nuestros lectores que don Paulino ya no habla de aguas canarias? ¿Por qué? ¿Porque se ha dado cuenta de que Zapatero lo ha engañado? ¿Cómo podemos cambiar esta vil dependencia colonial por vías pacíficas? Indudablemente consiguiendo que las Naciones Unidas establezcan la condición colonial de Canarias, pero somos conscientes de que eso tropieza con los intereses españoles. Por eso decimos un día más que si no se produce esa reacción desde el exterior, si no surge una iniciativa en los propios organismos internacionales pese a las gestiones, intensísimas, que están realizando tanto el Movimiento Patriótico como el Congreso Nacional de Canarias, debemos ser nosotros mismos quienes pongamos en marcha el proceso capaz de devolvernos nuestra libertad. Algo que no han hecho hasta ahora los diputados de CC en Madrid, y que tampoco es previsible que haga un niño de papá.