PARA decir lo que ha dicho, a Mariano Rajoy más le valdría seguir callado. Sobre todo, teniendo en cuenta lo eficaz y profuso que ha sido en el manejo de sus silencios. ¿A cuento de qué han venido sus absurdas alabanzas a Francisco Camps? (que si tiene futuro donde quiera... que si ha actuado con grandeza... que si lo ha hecho por su tierra, por su partido o por España...). Estos desmedidos elogios hacia el dimitido presidente de la Generalitat valenciana solo pueden servirle para estrechar aún más sus vínculos con alguien que, muy probablemente, va a ser condenado por cohecho pasivo y, lo que es mucho peor, con alguien que ha mentido a la ciudadanía, a las Cortes de su comunidad y a los jueces.

La estrategia inicial de Rajoy pasaba, sin duda, por convencer a Camps de que se declarase culpable, pagase una multa y dimitiese después, evitando así sentarse en el banquillo como presidente y en plena campaña de elecciones legislativas. Pero Camps, que no tiene un pelo de tonto, debió de plantearse qué pasaría si en un segundo juicio -este por financiación ilegal del PP-, que también está al caer, le condenan. Pues que, al tener antecedentes penales, muy probablemente daría con sus huesos en la cárcel. Y de eso nada. monada. Su amigo, compañero y también acusado Ricardo Costa fue quien le abrió los ojos en ese sentido, negándose, como gato panza arriba, a asumir su culpabilidad.

Por todo ello, y no por amor a su tierra, a su partido o a España -y muchísimo menos a Rajoy-, fue por lo que Camps, en ultimísima instancia, dio marcha atrás y prefirió la dimisión como mal menor. Así las cosas, podemos encontrarnos con un panorama que, lejos de favorecer los intereses electorales de Mariano Rajoy, le vincula, aún más si cabe, al destino del expresidente, planteándole un futuro inmediato ciertamente complicado; mucho más proceloso de lo que presumen hoy algunos alborozados miembros del Partido Popular. Porque, ¿se imaginan ustedes que la acusación llame a declarar a Rajoy en este juicio por cohecho impropio o en el siguiente por financiación ilegal? Como testigo estaría obligado a decir la verdad; como testigo, como candidato y como posible presidente del nuevo Gobierno de la nación. Menuda papeleta.

No es nada de extrañar que la acusación, sobre todo la particular, ejercite ese derecho, entendiendo que Mariano Rajoy sí debería estar informado de las finanzas del partido. Que le pregunten, si no, al señor Bárcenas. Porque, siguiendo esa línea argumental, tampoco sería de extrañar que llamasen también a declarar al antiguo tesorero del PP. En fin, un auténtico lío.