En otros países los alcaldes no viven de su trabajo; sin embargo, en España son los propios partidos políticos los culpables de esos morrocotudos salarios en tanto en cuanto una parte del sueldo del edil va a parar a la contabilidad de la formación en la que milita. Son los propios partidos quienes incentivan indirectamente las remuneraciones abultadas. No hay marco legal que determine los sueldos de los alcaldes.

Sucede que cuando ha habido algún alcalde que ha decidido compatibilizar su responsabilidad como edil con su empleo ha recibido críticas de la oposición. Ver para creer. Seguramente sería más honesto que los alcaldes no cobraran por su trabajo y siguieran trabajando fuera del ayuntamiento aun siendo alcaldes. ¡¡Pero qué estoy escribiendo!! Me he vuelto turulato.

Gabriel Medina Martorell

Amnesia histórica

Como nadie ignora, salvo que sufra este padecer, la amnesia es la pérdida total o parcial de la memoria, de la facultad de recordar.

Han transcurrido varios meses desde que dediqué una de estas cartas al director al más que discutido y discutible tema de la memoria histórica, exponiendo mi opinión en el sentido de que mientras se limitase la búsqueda a los restos de los ejecutados y no se tocase el tema de los ejecutores, la calificación harto repetida de la venganza no aparecía por lado alguno. En aquella oportunidad hube de leer unas líneas, días después, dedicadas a mi modesto trabajo y opté, para evitar todo tipo de polémica, por darme por no enterado. Asomaba sin el menor disimulo el plumero, ese penacho de plumas usado como adorno en muchos morriones, en bastantes gorros militares cilíndricos y con visera. Vamos, que se traslucía con nitidez el pensamiento y las intenciones del autor.

El pasado lunes, día 18 de julio, recordaron los diferentes medios de comunicación escritos, hablados y televisados los tres cuartos de siglo transcurridos desde el inicio de la guerra civil española, cada uno desde su posición en el mapa de la política de este país, y sin tratar de engañarnos en relación con su orientación política. Gesto más que loable, ya que lo contrario hubiese supuesto un ejercicio de cinismo que los ciudadanos de esta maltrecha piel de toro no nos merecemos.

En nuestra capital, en el frente del edificio de Capitanía, tuvo lugar un acto castrense, compuesto, si se me permite decir, por dos diferentes situaciones consistentes en: la toma de posesión del teniente general César Muro como jefe de la Zona Militar del Archipiélago, y un homenaje a los miembros de la Brigada Canarias destinados en Afganistán.

Nada más lejos de mis intenciones que tratar de trazar un calendario a Capitanía de las fechas a elegir para sus conmemoraciones, pero no se me puede negar que ésta concretamente, guste o no, carecía de la oportunidad que a tan alta autoridad militar se le debe suponer. No deja de resultar chocante que entre los muchos días que tiene un año hayan tenido que designar uno con tanto contenido emocional.

José Luis Martín Meyerhans

Del bien y del mal

Se atribuye al escritor y político irlandés Edmund Burke el sugerente aforismo según el cual "para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada". En principio, impecable en contenido y estética. Salvo quizá que no queda del todo claro en qué pueda consistir tanto el mal, como ser un hombre bueno.

Me dio por pensar, y llegué a la particular e íntima conclusión de que hemos acabado por no reconocer la frontera que por fuerza supongo ha de dividir al bien del mal en cuanto que conceptos morales, lo que equivale a exhibir una manifiesta incapacidad para diferenciar lo deseable de lo perverso. Y el mayor peligro de tan lúgubre escenario consiste, creo, en la seguridad que mostramos en cuanto al control que se supone ejercemos sobre nuestra ética básica, lo que quiera que ello sea. La cara más amarga del autoengaño colectivo radica en el hecho de verse y creerse intelectualmente autónomo desde nuestra ancestral prepotencia humana.

Recuerdo que hace ya unos cuantos años llegó a mí un cartel firmado por cierto grupo británico de defensa de los animales. En él aparecían dos imágenes, codo con codo, a las que acompañaban en su parte inferior sendas preguntas, tan escuetas como osadas. El flanco izquierdo del pasquín mostraba la patética fotografía de un perro con la cabeza cosida de arriba abajo mediante burda sutura, es de suponer que recién salido por enésima vez del laboratorio de experimentación.

El animal dirigía su mirada entre lánguido y derrotado al objetivo de la cámara, en lo que bien podía ser una súplica, un mensaje implorante: "Haced de mí lo que queráis, pero poned fin cuanto antes a este martirio". Bajo la terrible imagen se exhibía un contundente "¿Está bien esto?". El lado derecho del póster lo ocupaba otra imagen, protagonizada ésta por un chico encapuchado que sostenía en sus brazos, con evidentes muestras de afecto, a un perrillo atemorizado y jadeante, incapaz por su expresión de discernir entre conceptos antagónicos como amigo y verdugo (pasa mucho en los animales destinados a procrear sin descanso). Debajo de la fotografía se podía leer un "¿Está esto mal?".

Ambas interpelaciones encerraban e ilustraban a un tiempo la que personalmente considero una de las asignaturas pendientes de nuestra alabada sociedad de la información, saturados todos por ella hasta el colapso mental. No me negarán que la cosa tiene su miga, pues se habrán percatado de que, de ser cierta la conjetura en algún grado, estaríamos siendo esclavizados por aquello que se supone nos regala la libertad. No se necesita subrayar que las antes referidas preguntas trataban de orientar sobre qué cosas hemos acabado por asumir como bueno o malo, sin que barajemos la posibilidad de que la parejita de epígrafes nos venga dada por determinado esquema mental, perfecta y conscientemente urdido a su vez por la maraña de lo que denominamos esferas de poder, o poder a secas.

Deberíamos aceptar, aunque solo sea en calidad de mera hipótesis, la posibilidad de que uno de nuestros esenciales problemas como comunidad moral pase por que nos tragamos sumisos todo cuanto nos es ofrecido, sin siquiera plantearnos que ello pueda ser superficial, y como tal prescindible. Obviamos pasar por el tamiz de cada cual las verdades oficiales, para descubrir quizá que en efecto a veces lo son, y para hallar con inusitada frecuencia que lo cierto y lo oficial ocupan esferas separadas.

Kepa Tamames

No vale la indeterminación

No vale la indeterminación. Si el Sr. Casimiro Curbelo es culpable debe dimitir de todos los cargos institucionales; si no lo es, deben ser apartados de sus funciones los policías que actuaron en tal suceso. No se puede permitir que un país tenga responsables públicos que actúen de una manera violenta, zafia, grosera; pero tampoco pueden continuar ejerciendo su labor fuerzas de seguridad que actúan de similar modo. Los implicados no pueden continuar como si no hubiese pasado nada. Como ciudadano sentiría un enorme temor si quien me gobierna procede de manera tan vil, o sentiría un enorme horror si así operasen quienes tienen la potestad de garantizar mi seguridad. Alguien debe asumir tan funestos hechos. No son unos ciudadanos más, detentan responsabilidades públicas. A estas alturas, los mandos del Ministerio de Interior son tan condescendientes como la Ejecutiva Regional y Nacional del PSOE.

Los rectores policiales tienen, a través de las imágenes grabadas, la información veraz de lo acaecido. Si es cierto lo descrito por D. Casimiro Curbelo, el director general de la Policía y la Guardia Civil ha sido absolutamente negligente al no haber dispuesto de las medidas preventivas oportunas. Si las imágenes corroboran el atestado de la Policía, los dirigentes socialistas, tanto canarios como peninsulares, han demostrado ser unos demagogos carentes del sentido de la honorabilidad y del respeto que se merecen las instituciones y los ciudadanos.

Basta con ver las imágenes. Que no nos censuren la verdad.

Rubén Martínez Carmona

(San Sebastián de La Gomera)

Sobre el Parque Viera y Clavijo

Soy usuario de la instalaciones de los jardines anexos al edificio del Parque Viera y Clavijo, en Santa Cruz de Tenerife. Después de denunciar ante el ayuntamiento y en vista del caso omiso que han hecho, he decidido poner en conocimiento de este periódico los siguientes hechos:

Paseo con mis perros por la zona y continúo hasta el parque de La Granja. Hace una semana, el lunes 20, vi como varios sin techo ocupaban el edificio para pernoctar allí, cosa que entiendo. Sin embargo, ya han empezados a utilizar los jardines como baños haciendo sus necesidades allí. No obstante, y atendiendo a su difícil situación, no le di mayor importancia. Sin embargo, ese día, tres sin techo tuvieron un enfrentamiento con unos jóvenes, y estos les agredieron con un monopatín.

Cuando hubo pasado todo les pregunté por su estado a dos de ellos, y aunque no podían articular palabra, deduje que estaban bien. Sin embargo, el otro que había sufrido la agresión merodeaba por la plaza maldiciendo en voz alta. Cuando me dirigía a mi casa, al cruzar el puente de hierro que une las dos orillas del barranco de Santos, esta persona comenzó a tirar piedras de gran tamaño desde la plaza del edificio principal. En esta situación, denuncié a la policía local los hechos, sin tener más noticias. Asimismo, inste al ayuntamiento a precintar el edificio nuevamente ya que la mayor parte de las entradas han sido forzadas o reventadas, convirtiéndose en focos de suciedad y altercados violentos.

David Cruz