ESA ha sido, por desgracia, la constante histórica de esta tierra: el desarme paulatino de sus instrumentos económico-financieros y fiscales, y el progresivo desmantelamiento de todo su sistema productivo. Lo cual se enmarca en la perversa y maquiavélica política colonial española durante los últimos seiscientos años que, por otra parte, ha sido el modus operandi de España en todos sus enclaves de ultramar saqueando sus riquezas naturales y arrasando con las señas de identidad de sus habitantes. Justamente lo que lleva haciendo el colonialismo medieval español en Canarias en todo este tiempo, con el abyecto colaboracionismo -reitero una vez más- de los canarios de servicio identificados ahora en el conglomerado mercantilista de CC y los falsos nacionalistas del PNC, CCN, NC y otros, y en esos "franquiciados" del PSOE y PP, que forman parte del impresionante aparato de Estado que opera en nuestro Archipiélago.

Por ello esa España colonialista, retrógrada y decadente, repito, que aún sigue añorando el imperio, posee un tenebroso know how producto de sus sangrientas conquistas y masacres, y por la explotación y el expolio de los recursos naturales de los territorios que conquistó por la fuerza de las armas, a los que sujetó férreamente con toda clase de subterfugios político-jurídicos y argucias legales. Esa conducta genocida ha sido la impronta de la acción "civilizadora" y "evangelizadora" de España en Canarias, cuya dominación perdura hoy en día. Somos la primera y última colonia española (exceptuando las "plazas de soberanía" de Ceuta, Melilla e islotes adyacentes, en territorio y aguas marroquíes), que se ha convertido, merced a la integración de España en Europa, en una colonia time sharing compartida por los 27 Estados de la UE. Y ese eufemismo de RUP ha acentuado, más si cabe, nuestra dependencia colonial al convertirnos en un encorsetado mercado cautivo, consumidor de excedentes comunitarios, y en una denigrante y patética economía subvencionada; con el aparato productivo en manos foráneas, y sin soberanía alimentaria, que ha sido sustituida por un mecanismo supuestamente proteccionista, como es el Régimen Específico de Abastecimiento (REA), que solo ha servido para el enriquecimiento de ciertos conocidos importadores. Con una impuesta libre circulación de personas, absolutamente devastadora, que ha supuesto, entre otras rémoras, convertir a Canarias en el balneario geriátrico de Europa, en paraíso residencial de mafias y "turistas" incontrolados, y en el prostíbulo gay de esta parte del Atlántico. ¡¡Todos estos hechos son perfectamente constatables!! Otra cosa es que los árboles no dejen ver el bosque.

Por tanto, cualquier análisis riguroso y objetivo de la verdadera situación de Canarias en los ámbitos socio-económico, político, cultural, etcétera, nos lleva, indefectiblemente, a las siguientes conclusiones: primera, Canarias es una anacrónica y descarada colonia española en África, cuya existencia actual es contraria y opuesta a la doctrina y los preceptos del Derecho internacional contemporáneo y a la Resolución 1514 de la ONU. Segunda, España, para seguir manteniendo sine die lo único que le queda ya del imperio más abajo de las Columnas de Hércules, ha institucionalizado el colonialismo en el Archipiélago canario con el deleznable apoyo de los falsos nacionalistas, pseudo empresarios y "hombres de negocios" sin escrúpulos, que se benefician de la caótica situación. Y tercera, Canarias, igual que en su día pagara un tributo de sangre, hoy sigue sufriendo el insostenible y gravoso coste de la españolidad que afecta de forma onerosa a todos los estamentos de nuestra sociedad.

Porque lo primero que hizo España en Canarias (y hago abstracción de las exprovincias, que hoy son felizmente Estados libres y soberanos en el concierto internacional), fue impedir a toda costa el desarrollo de la colonia con un intervencionismo feroz y un infranqueable entramado político-jurídico que ha impedido que los canarios levantáramos cabeza. Ni la Ley de Puertos Francos de Bravo Murillo promulgada en 1852 fue la panacea, ni el actual Régimen Económico y Fiscal, establecido por la Ley 30/1972, modificado por la Ley 19/1994, ni la propia RIC, han servido en absoluto para el desarrollo y despegue económico de Canarias. Los Puertos Francos, porque sus efectos beneficiosos -que duraron hasta bien entrado el siglo XX- perdieron su atractivo como incentivo fiscal con la implantación del REF y el mercado único europeo; y porque una nueva modificación del propio REF está supeditada a lo que determine la Comisión Europea, y no a lo que decidamos los canarios.

Respecto al sector bancario, Canarias ha pasado de tener bancos y cajas de ahorros propias a depender (¡¡que es lo que interesa!!) de la Banca española. Recuérdese que el Banco de Canarias, creado por el eximio don Matías Vega Guerra, fue vendido al Banco Central de la época; y que el Banco de las Islas Canarias, constituido a partir de una operación de ingeniería financiera con la compra de la banca catalana Garriga Nogués, y con implantación en todo el Archipiélago, fue entregado, incluida su amplia red de sucursales, a La Caixa. Y ahora, para completar el expolio y seguir con el depredador drenaje de nuestros recursos, CajaCanarias de Tenerife, y la Caja Insular de Las Palmas, han sido absorbidas por Banca Cívica y Bankia, respectivamente, que controlarán sectores estratégicos de nuestra economía (como las energías eólica y solar), aparte del daño causado a las empresas canarias de diversos sectores que ven cancelados sus contratos en beneficio de compañías de fuera. Con el agravante, de que los impositores de dichas Cajas, que han gozado de gran predicamento entre la población canaria por su cercanía y meritoria labor social (aunque estuvieran politizadas), ven cómo todos sus ahorros y activos financieros son gestionados desde la metrópoli, aunque se sigan manteniendo astutamente las marcas de dichas entidades.

Lo mismo pasó con Unelco, verdadero buque insignia del sector eléctrico canario, que ha pasado a manos de Endesa; con las industrias tabaqueras; con el sector pesquero e industrias afines; ¡¡y hasta con el espacio radioeléctrico canario!! como se ha visto.

Y no digamos nada del sector primario, totalmente destruido, donde el colmo del bandolerismo llega hasta la canallesca comercialización de tubérculos de Chipre o Israel, haciéndolos pasar por papas canarias. Sin olvidarnos de la arbitraria confiscación de los acuíferos, galerías, canales y pozos, para hacer más difícil todavía nuestra precaria subsistencia. ¡¡Hasta esos insospechados extremos llega la ignominiosa acción colonial española, y la de sus secuaces caciques, en Canarias!! A todo esto hay que añadir el secular ostracismo y abandono en el que han estado inmersas nuestras Islas durante décadas propiciado por España, que nos ha mantenido a propósito aislados e incomunicados, sin enlaces marítimos y aéreos propios, hasta hace bien poco. Lo que ha impedido nuestra necesaria e imprescindible cohesión territorial y social, haber podido consolidar nuestro mercado interno y, sobre todo, que los canarios de todas las Islas se relacionasen entre si. ¿Cómo es posible que un billete de avión a la "península" o a la misma Europa sea más barato que un trayecto interinsular?

¡¡Y es que el depredador colonialismo español, actúa en todos los frentes!! España ha implementado en Canarias su "manual del colonialista" -del que tiene el "copyright"- y lleva casi seis siglos subyugándonos mental, cultural y económicamente, con la mayor impunidad. Pero lo cierto es que Canarias, como la primera y más antigua colonia del mundo, tiene derechos acumulados de sobra para exigir legítimamente su necesaria e inaplazable independencia. ¡¡El Derecho internacional nos ampara!!

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