LOS CIUDADANOS de un lugar suelen guardar toda la vida un especial cariño a su tierra, especialmente si están lejos de ella. Es España un país especialmente dotado con este cariño de sus hijos hacia ella, tanto si están lejos como si nunca se ausentaron de ella. Tenemos regiones como la catalana o la vasca, donde el amor al terruño pasa incluso por encima del debido a la madre patria, aunque jamás se la haya abandonado; mientras en otras la emigración ha sido casi secular y por ello quizás la devoción por la tierra viene aumentada por el factor de la lejanía, la climatología, el idioma, a veces extraño, y las costumbres, casi siempre distintas de aquellas que se recibieron cuando se nació, cual puede ser el caso de Galicia, Andalucía o Canarias, donde los emigrantes, especialmente a la América ibérica, han sido continuos durante siglos y lo siguen siendo hoy, si bien ahora compensado porque ha habido una especie de inversión y son aquellos países al otro lado del mar los que nos envían sus hijos para rehacer aquí una vida que allí les es más difícil o imposible. Antes, la lejanía solo se medía en miles de millas marinas o centenares de kilómetros de ferrocarril o carretera, pero ahora, con la aviación, especialmente esa barata y sin servicio alguno que no sea pagado, la distancia de Canarias a cualquier punto de emigración es mucho más corta que la que un peninsular emplea en acercarse a Madrid por los medios antes también usuales y únicos. Pero una vez llegados al punto de destino, surge, imponente e implacable, la distancia, el aislamiento, el recuerdo de la familia y amigos dejados y el deseo de hacer fortuna y volver.

Dado el espíritu social y hasta gregario del ser humano, tenemos la tendencia de unirnos a los afines en sentimientos, costumbres, oficios o aficiones y surgen así asociaciones de todo tipo, pero aquellas que nos suelen motivar más son las que unen a personas de nacimiento y crianza en una misma ciudad, provincia o región, ya que el mero nacimiento no suele introducir caracteres diferenciales con los de otros lugares, pues, como se suele decir, "uno no es de donde nace, sino de donde se hace", y el hacerse comienza desde una primera infancia, desde el hablar hasta al caminar, aunque en realidad dura todo la vida. Ya saben ustedes aquello de cada uno y su circunstancia. Por ello, los habitantes de una localidad procedentes a su vez de un determinado lugar de nacimiento tienen la costumbre de reunirse de forma periódica o circunstancial tan solo, en determinados lugares de reunión, en plazas, jardines, paseos (y ello es particularmente observable hoy en día, al menos aquí en Madrid, con inmigrantes de países del Este de Europa o sud-americanos), en iglesias o centros de alguna significación, y todo ello casi siempre en determinados días del año, desde una periodicidad de días festivos en general, hasta fechas relacionadas con fiestas locales del lugar de procedencia, generalmente de tipo religioso, ya que, a pesar de lo que está cayendo y no me refiero al calor del verano, en este país sigue teniendo el espíritu religioso al menos un poder de convocatoria estimable. Seguramente por ello han proliferado de siempre en nuestras provincias, y muy especialmente en Madrid y Barcelona, las Casas Regionales, y así en Madrid he visitado en maás de una ocasión las de Asturias, varias de Galicia, Valencia o Andalucía, generalmente guiado por un sano interés por la comida regional propias del sitio visitado, si bien en muchas de ellas estas casa son centros a su vez de actividades literarias y culturales en general, propias o no de personas e instituciones de las regiones que las casas representan, generalmente con gran calidad e interés. Y eso que sucede en Madrid ocurre asimismo en cualquier provincia, incluso en las nuestras canarias, con personas de otras partes de España que han venido a trabajar y residir en la nuestra.

Como es natural, el desplazamiento de canarios a Madrid ha sido y es de gran intensidad, mucho más desde la existencia de la aviación comercial y la política representativa, característica esta ultima que tiene desplazados a la capital del Reino durante la mayor parte del año a personalidades de la más alta y variada representación, aunque éstas tienen al menos y teóricamente su ligar de reunión. Pero no siempre fue así, y ya en los años 50 surgió la iniciativa de canarios ilustres residentes en Madrid de crear una Asociación, a la que se designó con el nombre de "Hogar Canario", que agrupase a los canarios residentes en Madrid, que fuese núcleo de la representatividad de la región en la capital del reino y lugar en el que los viajeros canarios de visita a Madrid tuviesen un lugar digno de reunión y convivencia. Circula una foto de los finales 49 en la que un conjunto de canarios, residentes o no en Madrid, se reúnen con este fin y la simple enumeración de sus nombres da fiel idea de su enorme representatividad. Estos nombres son:

Leopoldo de la Rosa, Jesús Mª Perdigón, Gregorio Toledo, José Gónzalez Álvarez, Nicolás Redecilla, Miguel Santiago, Rafael Díaz Llanos, Luis Cobiella, Fernando del Castillo-Olivares, Antonio Lecuona, José Pérez Vidal, Matías Vega, Guillermo Mac-Kay, Adolfo Duque, Francisco Aguilar, Lorenzo Valenzuela, Pelayo López Martín- Romero, Federico Cuyas, Antonio Betancor, Ricardo Ruiz Benítez de Lugo, Pedro Matos Massieu, Pedro Shwart Díaz-Flórez, Miguel Zerolo, Juan Bautista Acevedo.

Siendo precisamente el periodista Juan Bautista Acevedo su primer presidente y otros sucesivos don Esteban Pérez González, el Marqués de la Florida, don Manuel Cerviá Cabrera y don Ángel Alemán Ramírez, hasta llegar a la época actual de don Ángel Hernández y doña Aida Luque que ha significado el traslado de los antiguos locales de la calle Fuencarral al pequeño piso actual de la calle Jovellanos, a espaldas del Congreso de los Diputados y frente al Teatro de la Zarzuela, inmediato al Círculo de Bellas Artes, a la calle de Alcalá y a la Gran Vía, con facilidades de acceso por metro y autobuses y de aparcamiento para coches en la Carrera de San Jerónimo. El "Hogar Canario", que con la llegada de Ángel Hernández cambió su nombre al más representativo de "Casa de Canarias", con la colaboración económica de los Cabildos Insulares canarios, viene desarrollando una constante actividad cultural canaria, así como promocional de nuestras actividades económicas insulares, en condiciones actualmente de especial dificultad, por lo que cabe preguntarse: ¿En que medida las decenas de miles de canarios residentes en Madrid, y los cientos de miles de nuestras Islas conocen la existencia de la "Casa de Canarias"? Un buen reflejo será el número de socios de nuestra Casa. Si en su fundación, con un Madrid que no llegaba al medio millón de habitantes y con todo tipo de grandes dificultades de desplazamiento de Canarias a Madrid, el número de socios era de 150, ¿cuántos hay ahora con una ciudad 10 veces mayor y con unos desplazamientos inconcebibles entonces? Pues unos 400, algo más, desde luego, pero nada frente a lo posible. ¿Qué ocurre? ¿Por qué otras provincias o regiones menores en población y necesidades que nuestra tierra canaria tienen excelentes edificios propios, amplias instalaciones y actividad continua, mientras los canarios desconocen hasta la existencia de nuestra Casa? Además, no he podido ver en la prensa canaria que la Casa recibe con regularidad y en todos estos años, referencia alguna a la misma y a sus actividades. Recientemente hemos tenido aquí en Madrid la inauguración de un ciclo de conferencias que bajo el título de "Tertulias a la carta" organiza y dirige el investigador Agustín Guimerá Ravina, sesión científica acerca de la energía consumida en las islas, sus problemas, perspectivas y posibles soluciones, impartida por el ingeniero aeronáutico canario y catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid don Antonio Lecuona Neumann, y por la exdirectora general de la Energía del Ministerio de Industria y técnico comercial del Estado Doña María Luisda Huidobro, conferencia del máximo nivel técnico y social que, como cuantas se celebran en nuestra Casa, ha permanecido ignorada por nuestros medios de difusión.

Y todos los años la Casa de Canarias, en estrecha colaboración con la Agrupación Amigos de Pérez-Galdós y con motivo del Día de Canarias, celebra ante el monumento a Pérez Galdós existente en el Retiro madrileño, obra del laureado Victotio Macho, un sencillo y emotivo acto de homenaje consistente en una ofrenda floral a la que el Ayuntamiento de Madrid presta su más entusiasta colaboración y que este año, aparte la participación personal de la presidenta de la Agrupación, María Ángeles Rodríguez Sánchez, y la del teniente de alcalde del consorcio capitalino, que recordó el carácter de madrileño que Don Benito supo implantar en los habitantes de la Villa y Corte, ha tenido la inestimable aportación de la muy premiada novelista Almudena Grandes, que deleitó al auditorio con su personal experiencia en el conocimiento de la literatura del homenajeado, así como hay que destacar también la presencia y actuación del maestro del timple Benito Cabrera que, al frente de su grupo, alegró nuestra reunión con las entrañables canciones de la tierra en esa versión que las ha hecho conocidas y celebradas en todo el mundo. Finalizado el acto de la "Ofrenda" tuvo lugar en los salones de nuestra Casa un animado almuerzo, después del cual se entregó a nuestra paisana Rosa María Santa González la distinción de Socia del Año 2011 y al hijo del celebrado pintor canario Pedro González el galardón Gánigo de Honor que la Junta Directiva había concedido a su padre como modesto pero entrañable reconocimiento a su destacado carácter de canario, distinción que su hijo supo agradecer con emocionadas y muy justas palabras, poniendo así colofón a una memorable fecha para los canarios residentes en Madrid.

Pues ni la inauguración de las Tertulias a la carta, ni los actos conmemorativos del Día de Canarias han tenido, en la medida que me es conocida, la menor mención en los medios de difusión peninsulares, lo que era de esperar, ni tampoco en al menos los tinerfeños, lo que es de lamentar, y que viene a mostrar una vez más el divorcio existente entre los canarios que nos encontramos fuera, en Madrid, y los que siguen residiendo en nuestras islas, haciendo difícil y compleja la mera existencia de nuestra Casa de Canarias en Madrid. Confiadamente esperamos que esta situación cambie de una vez para siempre y que todos los canarios sepan y conozcan que en Madrid tienen un hogar de acogida y convivencia que les espera con los brazos abiertos y llenos de esperanza e ilusiones.