ESTOS DÍAS nos hemos encontrado con una partida de papas importada de Malta, lo que nos ha sorprendido ya que, como todos sabemos, dicha isla tiene 316 kms. cuadrados y algo más de 400.000 habitantes y desconocíamos que tuviera esa capacidad productora y exportadora. Lo que parece claro, queridos lectores, es que la situación del llamado libre comercio sin un control sobre las mercancías que ruedan en los territorios puede dar lugar a más de una sorpresa, ya que en muchos casos opera el llamado comercio triangular, es decir, producido en un sitio y embalado en otro, lo que pone aún más cuesta arriba a nuestros productores el poder salir adelante, como creo que es el caso que se da con las mencionadas papas.

Así, habría que preguntarse si traer las papas de fuera y pagar los precios actuales a nuestros campesinos -a menos de 0,40 euros el kilo- es una táctica para desmoralizarlos y que vendan su cosecha a precio de ruina. En estos momentos han bajado los precios sin justificación alguna y nuestros agricultores ven que no cubren costes, puesto que en Canarias no se pueden producir papas con los precios que les están pagando, esto es, a menos de 0,40 euros el kilo. Por ello, lo que planteamos ahora es un cambio en la política agraria comunitaria y, por supuesto, en la manera de gestionar los recursos en estas islas.

Si nos atenemos a los datos de los últimos años, en la presente primavera solo ha habido una mejora en la cosecha debido al alargamiento de la estación húmeda que hace que en estos momentos tengamos un pequeño stock de papas que posiblemente alcancen, como mucho, hasta el mes de octubre. Si tenemos en cuenta el volumen que declaran las cooperativas y los comerciantes del sector, la actual cosecha no supera los 15 millones de kilos, distribuidos principalmente en 6 millones en Tenerife, 5 en Gran Canaria y 1,5 en La Palma. Esto significa que, con unos consumos medios de algo más de 2 millones de kilos semanales en Canarias, tenemos papas para apenas dos meses.

Sin embargo, todos sabemos que lo que está ocurriendo en el sector es lamentable: venta de papas hasta 0,20 euros el kilo, situación de desánimo en los agricultores y, lo que es peor, lo que podía parecer que íbamos a recuperar, la producción y autoabastecimiento ante la situación social que vivimos en las Islas -hemos pasado de cultivar 20.000 has. a menos de 5.000 en unos años-, tampoco se está dando y muchos de los jóvenes que se han incorporado al campo este año nos dicen que para el próximo no vuelven a sembrar papas.

Es aquí donde queremos insistir, porque gran parte de las tierras de medianías del norte de Tenerife, así como las tierras de jable de Vilaflor, San Miguel, Granadilla, Arico, etc., pueden generar un nivel de reactivación económica y contribuir, al mismo tiempo, a la limpieza de los magarzos, zarzales y de la vegetación que genera grandes riesgos de incendio en los veranos; situación que podemos hacer extensiva a gran parte del norte de La Palma y a las medianías de Gran Canaria y La Gomera.

Por lo tanto, las papas maltesas tienen un trasfondo no solo económico y social, sino también ambiental por esta falta de medida para controlar lo que entra por nuestros puertos y aeropuertos, y una serie de medidas internas que hay que tomar en nuestra tierra para defender una comercialización más seria, en la que los consumidores y los distribuidores han de estar en mejor sintonía con nuestros agricultores y, por supuesto, donde nuestra administración autonómica y local tienen que jugar un papel más activo para que la lamentable situación de este verano se corrija inmediatamente y no sea la referencia para el presente y el futuro de Canarias.

Las papas son medio ambiente, paisaje, alimento fresco y prosperidad para muchas familias y, en consecuencia, tiene que haber más luz y transparencia en lo que ocurre entre el campo y los puntos de distribución. Aquí tenemos que hacer un esfuerzo no solo político, sino de cultura y compromiso con lo que compramos y con lo que llevamos cada día a nuestras mesas para alimentarnos. Es bueno que sepamos que la cosecha en las Islas Británicas y en el continente no va a ser tan productiva como otros años, lo que va agravar la importación de papas, como el año pasado en que trajimos 84 millones de kilos.

Una vez más insistimos en que el autoabastecimiento no solo es una cuestión de comercio, sino algo estratégico, ya que las papas son un producto básico en nuestra alimentación y pueden generar riqueza para los canarios.