1.- El 9 de mayo de 1988 firmé un contrato con EP Leasing, del entonces Banco Hispano Americano, mediante el cual la entidad citada me prestaba 774.432 pesetas para comprarme uno de los primeros aparatos de telefonía móvil que se habían fabricado en el mundo; un Ericsson -si no me falla la memoria-, modelo PT 682, número de serie 1.316. Se lo pagué a la empresa financiera en cómodas cuotas mensuales de 21.512 pesetas. El contrato está tan lleno de tachaduras y de enmiendas que no resistiría una demanda ni una resolución unilateral. Y tampoco se indica el tipo de interés que me aplicaban en la operación. Pero esto ya no importa. Importa que desde mayo de 1988 yo tengo teléfono móvil, sólo que aquel estaba instalado en el coche y lo podía llevar en la mano, pero en un maletín que pesaba un par de kilos. Además, en aquellas fechas era una fantasmada ir hablando por el móvil por la calle, incluso en Nueva York, donde ya empezaban a verse a los ejecutivos utilizando aquel Motorola grande, que no cabía en el bolsillo. Un amigo, alto cargo de CajaCanarias, me regaló uno de estos aparatos hace un tiempo, que conservo.

2.- Teniendo en cuenta que hoy los móviles los regalan, incluso los más sofisticados, a cambio de un buen contrato con la compañía suministradora del servicio telefónico, tiemblo al pensar que hace casi un cuarto de siglo pagué unos 4.500 euros por un celular. Claro, que era una gozada llamar a los amigos desde el coche, aunque esto se podía conseguir en muy pocas zonas de la isla, a causa de la mala cobertura. Yo creo que ya entonces mi estimado LuisPérezAlonso me iba adelantando los lugares en los que se colocaban antenas. El número de mi celular, que no recuerdo exactamente, comenzaba por 908.

3.- Todos estos datos aparecen gracias al rastreo de papeles viejos que vengo haciendo, al tiempo que me deshago de todo lo inútil de mis archivos. He recordado, a través de facturas que conservo, viajes y situaciones que se me habían ido de la memoria. Ya les he contado que salvo de la quema lo que puedo. Otra cosa interesante es comparar precios. Se viaja en avión ahora más barato que antes -en turista-, pero no en primera. Un viaje a Madrid, en los ochenta, en primera clase, 30.000 pesetas, ida y vuelta; menos de 200 euros. Mi primer celular lo instalé en un jeep Nissan Patrol que me vendió mi buen amigo PepeDuque. Le reventé el turbo en la autopista del Sur y el arreglo me costó 1.200.000 pesetas. 7.000 euros aproximadamente. Joder, qué palo.