1.- Conozco bien El Hierro y a los herreños y me admira cómo están respondiendo a las medidas de seguridad que han tomado las autoridades llamadas competentes, que a los científicos de verdad les parecen exageradas. Porque dicen esos científicos de verdad que una erupción volcánica en la isla no parece inminente, a pesar de que la actividad sísmica es grande. Voy a la página del Instituto Geográfico Nacional y sigo los sismos, ninguno de los cuales pasa de 3,5 en la escala de Richter; y la mayoría tampoco son sentidos por la población. He hablado con el profesor , para mí el geólogo especialista en volcanes más reputado de nuestro país, y Juan Carlos vuelve a insistir en que está bien prevenir, pero no asustar; y me habla de las características de los volcanes canarios, cuya expulsión de lava es muy lenta, más lenta que el andar de una persona. Y se lamenta de tanto jaleo y de algunos "científicos" (el entrecomillado es mío), que se pasan la vida alarmando a la gente. No debemos jugar con fuego en momentos turísticos dulces, aunque El Hierro no sea precisamente una isla turística. A lo mejor un volcán benigno hace que lo sea.

2.- Cuando el Teneguía me mandaron a La Palma. Yo tenía 26 años y sustituí a mi amigo y compañero LuisOrtega, que se puso enfermo, como enviado especial de "La Tarde". No tengo esas crónicas; a ver si alguien las recupera de la hemeroteca y me las facilita porque yo tampoco estoy para rastrear en archivos. No me apetece, pero sí me apetece leer lo que escribí entonces. Ya no voy a El Hierro, porque mi vida allí se acabó. Llegué a familiarizarme mucho con la isla y hablé mucho de ella, a veces con TomásPadrón, a veces con BelénAllende, queridos amigos. En tantas ocasiones fui a cenar al restaurante de AlpidioArmas, hoy presidente del Cabildo, en El Golfo. Se comía un pescado espléndido. No me imagino a la tierra herreña vomitar fuego, pero en fin.

3.- No voy a ir a El Hierro ahora, con el jaleo del presunto volcán. Si un día surgiera un volcán en cualquier isla (a lo mejor en El Hierro no aparece nunca y sí en otras), entonces sí. Cogería un avión, como abordé aquel viejo Fokker en 1971, e iría a ver el espectáculo, sobre todo de noche. Imaginen, en estos nocturnos magníficos de otoño, un fogonazo más o menos lejano bajo la luna vigilante. Hermoso, muy hermoso. Pues qué bien, ya tiene la isla algo que contar. Si viviera PadrónMachín compondría mil crónicas con un solo sismo. Era un genio contando lo inexistente.