Seguimos en manos de ineptos, necios y aves rapaces. Ineptos, necios y también déspotas empeñados en potenciar a los medios de comunicación que les son afines y, al mismo tiempo, en aniquilar a los que les cantan las verdades, como es EL DÍA. Sabemos de buena tinta que un periódico de Las Palmas y otro de Tenerife, aunque actúa al dictado de cierto empresario canarión que también intentó mangonear en esta Casa, al que le dimos con la puerta en las narices, ya no tienen dinero ni para pagar las nóminas y se sostienen con subvenciones del Gobierno de Canarias. Es decir, al tiempo que se recortan ayudas sociales, gastos sanitarios, contratación de profesores y otras partidas perentorias, mientras aumentan en número y longitud las colas del hambre, el Gobierno del déspota político gasta el dinero de los contribuyentes, el poco dinero que se queda aquí sin que lo rapiñe la Hacienda española, en tener a su disposición a dos medios para que le hagan entrevistas babosas. ¿Tenemos o no tenemos razón cuando decimos que el día menos pensado se va a producir un estallido de violencia en las calles? Es algo que no deseamos y que confiamos que no llegue a ocurrir nunca, pero estaríamos ocultando información a los lectores de EL DÍA si no manifestásemos nuestros temores al respecto.

Sabemos también de buena tinta que la obsesión del déspota político es acabar con EL DÍA y con su editor, José Rodríguez, al que se la tiene jurada porque se niega a bailar con la música que a él le gusta, y que no es otra que la música de la mediocridad, de la torpeza, del cinismo, del nepotismo y del servilismo vergonzoso ante quienes nos colonizan, porque gracias a ellos (antes con el PP, con el PSOE ahora) se puede mantener en la poltrona. Se cree muy listo el déspota y necio político porque ha eliminado a todos sus rivales dentro de CC, y también porque ha borrado de la faz de la vida pública a algunos periodistas molestos. A unos los ha arruinado hasta dejarlos mendicantes en emisoras de radio y otros, precisamente los que hasta recientemente preguntaban por mantillas y peinetas -aunque la mona se vista de seda...- los ha comprado con frecuencias moduladas. Las mismas frecuencias que le negó a EL DÍA para dárselas a sus amigos y a empresas foráneas que no han creado ni un solo puesto de trabajo en Canarias, mientras Radio EL DÍA mantenía a veinte personas contratadas contra viento y marea, pues los tiempos no son fáciles para los medios de comunicación. Circunstancia que ha aprovechado el déspota, como decimos, para doblegar a unos y eliminar a otros. Ahora lo intenta con el periódico más leído del Archipiélago. Se lo recordamos el otro día y volvemos a repetírselo hoy, acaso porque debido a que tiene las orejas demasiado cerca del suelo no oye bien: ni siquiera el general -o generalísimo, como todavía lo llaman algunos- pudo con EL DÍA. Y si entonces le fue imposible a una dictadura, no le arrendamos las ganancias al torpe político que nos ha caído en desgracia a los canarios; que no olvide él ni sus mariachis que somos la voz de un pueblo oprimido y ansioso de libertad. Vox populi, vox Dei. La voz del pueblo es la voz de Dios. Se lo traducimos por si no sabe latín, que seguramente no lo sabe pues sus escasos sesos políticos los dedica a enmarañar resultados electorales con pactos contrarios a los intereses de Canarias pero muy favorables a los suyos propios y a los de sus allegados y amigos.

Desconoce el déspota, como ignorante político que es, la tenacidad de EL DÍA y de su editor. Que siga llamando a los empresarios para que nos quiten la publicidad. Ya veremos quien ve pasar primero el cadáver de quien. Como si los empresarios estuviesen a su disposición y no a la de sus empresas. Llevamos más de un siglo en la calle y hemos visto rodar muchas cabezas. Hemos visto como se derrumbaban regímenes políticos, y aquí seguimos. Tiempos convulsos a los que después han seguido períodos de bonanza, precursores, a su vez, de nuevas tormentas sociales. Tiempos buenos y también difíciles en los que nunca se ha cuestionado la honorabilidad de un periódico que jamás ha tenido que prostituirse para que un político le pague los salarios de su personal. Porque podremos bajar en lectores, en beneficios y hasta en simpatías, pero nunca en honorabilidad.

Y un consejo al déspota político antes de acabar este comentario: obsesiónese usted con resolver el paro y el hambre de los canarios, amén de pedir la independencia de su tierra, a ver si escapa, como diría el mago, y no con cerrar un medio de comunicación decente, porque la fecha de su defunción política cada día está más cerca.