Todos estarán de acuerdo en que Antonio Castro Cordobez ocupará un destacado puesto en la historia de la isla de La Palma, e igualmente que podía ser brillante. Pero, hombre falto de cultura democrática, confundió lo público y lo político, y la inamovilidad del primero con lo temporal del otro.

De padres de Tijarafe retornados de la emigración, nació en Los Llanos de Aridane en 1946 el nombrado Antonio Castro Cordobez, no viéndose la estrella de Belén por la que preguntaran los Reyes Magos. El niño se libró del campesinado e hizo en la Escuela de La Laguna la carrera de perito agrícola. Casado y con hijos, ingresó al servicio del Estado y desempeñó la Agencia de Extensión Agraria en San Andrés y Sauces, hasta que en 1978 "un rapaz con los ojos vendados golpea en su puerta" -como el de Tomás Morales- y se encontró de consejero de Agricultura de la Junta de Canarias.

Lo que nunca se podrá decir de Antonio Castro Cordobez es que viniera a la política, sino que la política fuera a buscarlo. Su trabajo en San Andrés y Sauces, que algún amigo ponderó, le acredita como la persona indicada para el cargo de consejero de Agricultura en el primer órgano de la autonomía provisional canaria, presidido por Alfonso Soriano y Benítez de Lugo.

Promulgada la Constitución en 1979 y celebradas las primeras elecciones generales, en las que gana Unión de Centro Democrático (UCD), fundada por Adolfo Suárez, queda confirmada la transición a la democracia y Antonio Castro Cordobez como consejero de Agricultura. Luego de lo efímero de UCD y del liderazgo de Adolfo Suárez, brotan fuerzas políticas que, primero con identidades insularistas, luego, bajo principios capitalinos que repugnan la autonomía y peculiaridad canaria, funda Agrupación Palmera Independiente (API), que dejó de serlo por obra y desgracia para Antonio Castro Cordobez.

Desde que Antonio Castro Cordobez aparece en 1978 ante la luz de la historia de Canarias, la inamovilidad se le hace sustantiva, viendo ocupar sus sillones a distintos presidentes sin que su silla quedara vacante. Nace y se hace un líder: presidente y fundador de las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC, 1987), y de Coalición Canaria (CC). Que fundara Agrupación Palmera de Independientes, clientelista agrícola con sabor a "cangrejo", nominación histórica de los conservadores, contrario al liberalista comercial "carbonero", que en Santa Cruz de La Palma menos encontrara. Una crítica adversa cabe hacerse es "agrupar" a los independientes palmeros con los capitalinos: unos profieren el "hecho insular", y "regional" los otros. No abunda por estos piélagos canarios la ciencia política, que como toda rama del saber humano no se adquiere infusa, y, llegado el momento, habrá que dilucidar si Antonio Castro Cordobez es un hombre público regional o un político de La Palma.

El concepto de lo público en su origen (siglo VI a.C.) está asociado al de lo político, al no existir como tal el término público, un cuerpo idealmente representado en la polis o ciudad-estado, del que se tiene noticia desde los clásicos griegos. A diferencia de lo privado, lo político presenta total analogía con lo público, hasta entenderse como iguales. Pero al día, cuando lo político se ha profesionalizado, forman un "totum revolutum". Así que lo preceptivo sea referirse a lo público como administración y a la político como tener una idea clara de lo que se debe hacer, ejerciendo influencia sobre la dinámica social. Para Ortega y Gasset en "El político", hay dos clases de hombres: "los ocupados y los preocupados; políticos e intelectuales". Pero al caso mejor iría empleado-público y político-intelectual, porque al político no puede faltarle alguna intelectualidad. En "El político", de Azorín, se enuncia sus condiciones: "Fortaleza, virtud de la eubolia, serenidad, balanza del yo, elogio del tiempo, conocer a las gentes que le rodean, elegir el retiro…". De las XLVII condiciones que debe cumplir, la de "elegir el retiro" sea la más controvertida, cuando la sabia conseja de retirarse a tiempo se enfrenta con el "ius abutendi", derecho de abusar del cargo en las turbulentas aguas que corren, donde las reelecciones en "numeros apertus" se prodigan.

Le imputaba a Antonio Castro Cordobez falta de cultura democrática, y, a sabiendas de pisar terreno peligroso, no me impide expresar que la intriga y corrupción son vicios de los gobiernos reelegibles, haciendo peligrar hasta la existencia de un país. Tanto que Tocqueville ("La democracia en América") encuentra razones para que el jefe del poder ejecutivo pueda ser reelegido, al tiempo que otras más fuertes para afirmar que hacen más peligrosa la influencia corruptora. Así que se le reprobara a la Constitución de EEUU el principio reelectivo. Pero la cultura democrática del pueblo y George Washington, que la enseñó, la enmiendan de hecho al hacer este camino al andar hasta su casa a los dos periodos de cuatro años de gobierno, limitación respetada (excepción de Franklin D. Roosevelt), hasta que Harry S.Truman, con la Enmienda XXII, que él soslayó a pesar de no afectarle. "No se elegirá a la misma persona más de dos veces". Que España figure entre los países que permiten la reelección presidencial inmediata e indefinida (Cuba, Venezuela, Chipre) asombra; lo explica, de un lado, el régimen monárquico-democrático, al decirse que desde el aristocrático llegan al poder los ricos, mientras los pobres, desde el democrático, quieren hacer fortuna. Al caso, remito a José M. Aznar, que, "motu proprio", como Washington, a los dos, ocho años cogió el portante, y Felipe González ¿no iba camino del quinto mandato? ¿No existen indicios racionales de que Zapatero bailó la pavana escondiendo la crisis bajo las alfombras de la Moncloa para llegar a un nuevo mandato?

Que Antonio Castro Cordobez no es político rico ni pobre, sino servidor del Gobierno como amigable componedor, lo prueba su "responsabilidad" de aceptar la reelección, luego de admitido tener a La Palma dejada de la mano de Dios. Que ha conseguido obras sin precedencia tiene que serle reconocido, y bien ganado el título de Hijo Predilecto, pero poco significativas en una economía tan débil donde, para los suicidios, el puente de Los Tilos mejora al de La Galga.

La Palma es la isla de menor crecimiento del Archipiélago, y Santa Cruz de La Palma, del insular. Sin embargo, el hombre magnánimo, "que tiene misión creadora: vivir es para él hacer grandes cosas" (Ortega y Gasset) y que se quisiera ver intelectualizado como el político de La Palma, después de haber alcanzado el mayor número de votos a una candidatura en la Isla, hace mutis para no despertar la pusilanimidad que le embarga ante Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), que con lo del nuevo aeropuerto la ha engañado como a la tonta del bote. Si AENA informó que el Plan Canarias modernizará y ampliará los terminales de pasajeros y los campos de vuelo de todos los aeropuertos del Archipiélago, y Antonio Castro Cordobez, que lo importante es la filosofía del Plan de Infraestructuras Aeroportuario, cuyo objeto es "crear un espacio único mejor conectado con el exterior que haga de Canarias una plataforma tricontinental", el engaño a ambos es supino, pues, si la ampliación se concretó al "lado tierra" -dedicado al pasajero-, vendieron una mula con vicios ocultos, objeto de una acción "redhibitoria" que el Gobierno de Canarias tendrá que ejercitar. Y que se enteren los pusilánimes palmeros, que habrán de esperar sentados los tres millones de viajeros al año y catorce operaciones a la hora. Y conformarse con el de cabotaje para excursiones domésticas.

P/D. Al leer que el Cabildo tiene soluciones para el verano de 2012 "que contribuyen al despegue definitivo del turismo en La Palma", con 189 turistas polacos cada semana (si es que el avión se llena), no hay que preocuparse. ¡Tenemos aeropuerto tricontinental! Como decía Unamuno: "¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje! De diez cabezas hay una que piensa y nueve que embisten", y así nos va.