Publicaba el periódico EL DÍA el pasado martes, 11 de octubre, un artículo de opinión firmado por Jorge Rojas Hernández en el que se insistía en la oportunidad perdida en nuestras instalaciones ante el no funcionamiento del silo portuario para la descarga y almacenaje de grano. Con este escrito casi de lamento incidía, desde un punto de vista puntual, en la reclamación genérica que venimos esgrimiendo desde hace mucho tiempo en el colectivo de estibadores del puerto capitalino.

La inutilización del silo portuario no es más que otra herida abierta por la que se pierde parte de las oportunidades de explotación de nuestras instalaciones. En el camino de la adecuación del puerto para el tráfico de contenedores (actividad que también aplaudimos con decisión) se ha obviado la potencialidad global del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Hablamos, en este caso, del silo, como podemos hablar del tráfico de otro tipo de mercancía: madera, coches… Actividad del silo que sí se mantiene en funcionamiento en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, todo sea dicho.

Tenemos un puerto de estructura saludable, que bien podría acoplarse sin mayores esfuerzos a una estrategia de actividad más diversa, por estructura y por preparación de su capital humano. Y es el momento, este, ante las enormes dificultades económicas a las que se enfrenta la sociedad en general, en el que todos los agentes que coexistimos en el puerto de Santa Cruz debemos tomar una decisión conjunta y clara en esta dirección. Ampliar miras y renovar estrategias comerciales y estructurales. Tenemos la suerte de contar con un muelle ampliable y esperamos que pronto el Dique del Este comience a dar los frutos esperados. Pero aún la opción de renovación puede ser más profunda. Posiblemente estamos hablando también de un concepto global de renovocación estratégica, del posicionamiento con el que debemos afrontar estos nuevos tiempos dificultosos. Hay que salir a buscar el objetivo comercial y explorar nuevas posibilidades ciertas. Y muchas, quizás, nos lleven al pasado. El silo portuario, cerrado hace años después de jugar un papel importante para la sociedad tinerfeña en tiempos de guerra, es solo un ejemplo más de lo que no debe suceder en unas instalaciones sobre las que recae la responsabilidad de ser uno de los principales motores económicos de la ciudad y de la isla. Renovación y decisión, antes de que la nostalgia por el silo perdido atrape a otros espacios de nuestro puerto.

Víctor Morín

(Comité de empresa de Sestife)

El rescate de las cajas

En este mes de octubre, España está al borde del desastre. Las oficinas del INEN registran casi 10.000 parados diarios y el déficit público tiene un descubierto histórico. El déficit público ha sido en el primer trimestre de un 9.2%, sin incluir los agujeros de algunas CCAA ni el nuevo expolio a los españoles que supone el rescate de algunas cajas, totalmente innecesario. De este modo llegamos a un déficit cercano al 11% del PIB. España necesita obtener mensualmente préstamos por 20.000 millones de euros para atender vencimientos y seguir gastando lo que no tiene.

Así las cosas, el Gobierno y el Banco de España no pueden seguir ocultando que el sistema financiero hace aguas por todas partes. Máxime cuando el gobernador del Banco de España aseguró que la intervención no costaría ni un céntimo a los contribuyentes. A finales de los años 70, Macario Rubio, el último gran gobernador, envió 51 bancos inviables al Fondo de Garantía de Depósitos, donde sus activos fueron liquidados. No se le ocurrió reflotarlos con el dinero de todos los españoles. ¿Qué derecho tiene el señor Zapatero y su gobierno a obligarnos a asumir las pérdidas de unos irresponsables?

Gabriel Martorell Medina