HACE escasamente un mes nos comunicaba la Federación de Asociaciones de la Prensa Española (FAPE) que en lo que llevamos de año se han perdido cerca de mil empleos en los medios de comunicación españoles. Una cifra nefasta que triplica los datos del año pasado.

Desde 2008 se ha perdido una décima parte de los empleos en el sector, principalmente debido a la caída de la publicidad registrada en los últimos cuatro ejercicios. Cierto es, y los propios profesionales así lo reconocen, que a pesar de que corren tiempos difíciles, el control de gastos ha permitido que los daños sean menores.

Permitan que hoy utilice esta ventana semanal con los lectores del periódico EL DÍA, que son muchos y están muy bien informados, para trasladar a este grupo multimedia, el más importante de Canarias, mi tremendo pesar por el cierre de Radio El Día, con quienes he colaborado activamente desde sus primeras semanas de emisión.

La crisis que padecemos es muy dura y no es descabellado que puedan producirse nuevas desapariciones que lamentar, pero lo triste del caso de Radio El Día es que su cese de actividad no se debe precisamente a razones de índole económica.

Es el más amargo resultado de un concurso de licencias sobre el espacio radiofónico, organizado y fallado por un gobierno en minoría de Coalición Canaria -presidido por Paulino Rivero- y a punto de expirar su mandato, que obró, a nuestro entender, de forma precipitada y poco inteligente.

Cabe preguntarnos si era acaso necesario que se planteara esta decisión tan drástica en tan poco tiempo, con escaso margen de maniobra, y jugando de esta manera con los intereses de empresas como la que nos ocupa, que han invertido mucho dinero en legalizar su situación y en equipar una estación de radio en las mejores condiciones y que se han visto abocados al cierre de forma casi inesperada.

Junto a Radio El Día, otras muchas empresas harán frente a este inesperado revés. No solo como militante de un partido político, sino muy especialmente como periodista, considero muy preocupante esta situación, que afecta también a la estabilidad de puestos de trabajo en un momento muy delicado para la economía de las Islas y de toda España.

Estos acontecimientos deberían llevarnos a todos a una profunda reflexión sobre la importancia que tiene la supervivencia del mayor número de medios de comunicación posible, por el bien de la democracia y la pluralidad. Su cierre es un lujo que no podemos permitirnos ni mucho menos potenciar.

La situación de crisis que padecemos dificulta mucho el cumplimiento del artículo 20 de la Constitución Española, que resguarda la libertad de prensa y el derecho a informar y a recibir información -que asiste lamentablemente a solo un limitado porcentaje de la población mundial-, pero la razón de ser del periodismo debe seguir siendo la credibilidad y la pluralidad en democracia. Por difíciles que se pongan las cosas.

Nosotros defendemos el periodismo bien hecho; no solo el que primero llega a la noticia, sino el que se esfuerza por darle el mejor tratamiento y emitirla en las mejores condiciones y el que se implica en una sociedad, como Radio El Día venía haciendo desde su nacimiento.

Verdadera cantera del periodismo canario, durante prácticamente una década desarrolló una labor de formación impagable para muchos de los mejores profesionales que actualmente ejercen su actividad en las Islas. Como contertulio habitual que fui de aquella casa, tuve también el inmenso placer de colaborar con ellos. Tienen todos mi respeto y mi más profunda admiración.

Quienes escuchábamos Radio El Día desde muy temprano no solo teníamos la garantía de estar bien informados, sino que contábamos con la referencia de la vocación de servicio al ciudadano que siempre les caracterizó.

De hecho, quedará para la historia la cobertura informativa que esta emisora de radio realizó durante momentos tan duros para la Isla de Tenerife como las inundaciones del 31 de marzo de 2002 o la tormenta tropical Delta en 2005, que le valió el reconocimiento de la sociedad y de las instituciones.

En aquellos duros momentos, muchas familias se vieron acompañadas por un transistor a pilas cuando la energía eléctrica falló en pleno siglo XXI, y hasta los servicios de ayuda en emergencia y los cuerpos y fuerzas de seguridad recibían información de personas que estaban en situación de necesidad.

Hoy, toda esa labor ya es parte del pasado. Otros medios de comunicación también premiados se encuentran igualmente sin licencia, dirigidos en algunos casos por profesionales de la más alta valía, algunos de ellos condecorados con el Premio Canarias como José Antonio Pardellas.

Con la desaparición de medios de comunicación de la importancia de Radio El Día, los primeros que pierden son sus empleados, qué duda cabe, pero también la sociedad sufre una pérdida irreparable.

Confiemos en que impere la cordura y se pueda reconducir la situación, pues contar con menos medios de comunicación conlleva menos contacto con la realidad y menos servicio al ciudadano, pero también implica una pérdida de pluralidad y menos derechos.

Animo, por ello, a todos los profesionales de la comunicación de Canarias a que sigan luchando diariamente, a que perseveren en el noble ejercicio del que Gabriel García Márquez denominó en su día el oficio más hermoso del mundo.