Lo tengo muy claro: si yo fuera un profesional de la comunicación -de los mass media, que ahora le dicen- estoy seguro de que no aceptaba moderar o dirigir un debate como este de Rajoy/Rubalcaba, considerado como el culmen, el pináculo, el cenit y el súmmum de la actual campaña electoral. Días después, todo son bengalas y luminarias de quién ha estado mejor, quién ha ganado, en suma. Parece ser que es mayoría la que opina que el ganador ha sido Rajoy, el que se prevé también que triunfará ampliammente en el definitivo combate del 20N.

Volviendo al debate, estimo que fue un "bluff" y poco más. Así no se hacen las cosas serias. Si se hace un debate, radiado y televisado en directo, en formato de entrevista, no es de recibo que los dos entrevistados sean los que dispongan de qué se les va a preguntar y cuánto tiempo tiene que durar cada tema y qué es de lo que no se va a tratar. Lo ideal sería que llegaran los dos al plató y allí se encontraran con cinco o seis periodistas (se buscarían los más punteros del escalafón de medios hablados y escritos) y nada de temas preseleccionados y preguntas de carril, sino, a cuerpo limpio, recibirían el chaparrón de preguntas que los periodistas llevarían preparadas con toda mala... que quisieran y supieran. Ahí quería yo ver las respuestas. Un moderador velaría por que los tiempos fueran similares para ambos. Así lo hicieron Nixon y JFK, o Sarkozy y Segolène. Lo de aquí (con el "buena gente" de Manolito Campo Vidal) no es más que una sucesión de monólogos, cronometrados a la centésima de segundo, como un entrenamiento de MotoGP o Fórmula 1. Si la cartelería callejera y los mítines de campaña sirven más bien de poco, los debates televisados -como este- no sirven para nada. No mueven ni un voto de acá para allá ni de allá para acá.

Este es un debate descafeinado, devaluado, depreciado y tan encorsetado por las normas pactadas por los dos comités de las respectivas formaciones políticas -otra vez la partitocracia por encima de la democracia- que le quitan toda la "gracia" a lo que podía ser una cosa muy bonita y eficiente. Es como el café sin cafeína, el tabaco sin nicotina o la cerveza sin alcohol. Como decía aquel torero, camino de la enfermería, "topaná".

Eleuterio Alegría Mellado

(Sevilla)

Amigo Monzón

Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío. Ya no estás en este mundo, este mundo que todos deseamos vivir, porque la vida es muy bonita si la sabemos vivir, pero si la malgastamos o la mal usamos, siempre lo pagamos. Dando marcha atrás en el tiempo, Manolito y yo teníamos ambos, por separado, un "puesto" de colorines que alquilábamos a los asiduos lectores de estas aventuras que tanto gustaban. Luego terminamos uniéndonos los dos para formar una única sociedad. Disfrutábamos, asimismo, de los juegos de la época muy variados.

Otra faceta muy extendida era el futbolín. El lugar, el bar "La Cueva", en la calle San Sebastián de Santa Cruz de Tenerife, que tenía un pasillo de salida a la plaza de San Telmo. A propósito, un conocido me ha facilitado una foto, tomada en el mismo bar, que me ha dejado gratamente sorprendido, en la que estamos Monzón, yo y otros amigos.

Nostalgias y recuerdos inolvidables. Y llega la época de Los Rumberos, cuando los chicharreros nos vimos gratamente sorprendidos, desfilando por el centro de Santa Cruz con aquel ritmo sudamericano, tan alegre y contagioso, que nos arrastraba detrás de ellos. Inolvidable.

Y para concluir, el último encuentro con Manolito ocurrió en Granada, el día 3 de abril de 2008. Me hallaba en la fila de las puertas de la Alhambra y alguien me tocó en el hombro. Me volví y me respondió. "No estaba seguro si eras tú", y conversamos algunas palabras. Y no nos volvimos a ver.

Amigo Monzón, recordado Manolito, no te olvidaré en mis oraciones. La Virgen nos escucha. Ella nos atiende. No lo dudo. Tengamos presente a san José, patrono de la buena suerte.

Ildefonso Armas