EL COMUNICADO difundido por la organización terrorista ETA el pasado día 20 de octubre, declarando poner fin a las acciones armadas, en general, ha sido bien acogido por todos los españoles y muy especialmente por el Gobierno y por los partidos integrados en la coalición Amaiur (Bildu, Aralar y otros), los verdaderos beneficiarios en los próximos comicios electorales.

A pesar de que algunas voces, y sobre todo algunos medios de comunicación, han anunciado alegremente el "fin de ETA", no parece que esos ecos alegres puedan llevarnos a creer que ETA está ya derrotada, rendida. Ni mucho menos.

Veamos. El comunicado de ETA, anunciando el cese "definitivo" de su actividad armada, aunque se trate de una buena noticia, no debe interpretarse como el fin de dicha organización armada, porque nada de esto se ha dicho. Si a los etarras emisores del comunicado se les hubiera apreciado un mínimo de voluntad para poner fin a más de cincuenta años de terror en España su comparecencia ante la opinión pública para emitir su comunicado hubiera tenido otro escenario y otra representación. Habrían comparecido sin ese disfraz negro, pañuelo blanco cubriendo el rostro y chapela para anunciar no solo el cese de la actividad armada, sino la disolución de la banda, la entrega de sus armas, su predisposición a someterse a la Justicia para aquellos que tienen causas pendientes, así como demostrar su arrepentimiento y perdón a todas las víctimas de sus crueles y cobardes atentados. Entonces sí podríamos hablar del fin de ETA, pero no ocurre así. Esta pantomima, hábilmente preparada, solo obedece a una estrategia y a un probable acuerdo entre el Gobierno socialista y Bildu para el logro de beneficios electorales y políticos. ¿No resulta sospechoso que el comunicado de ETA se haya producido tres días después de la llamada Conferencia Internacional de la Paz, convocada por Bildu y respaldada -y financiada- por el Gobierno?

El Gobierno socialista, deseoso de que su líder Zapatero pase a la historia no por ser el peor presidente que ha tenido la España democrática, sino por ser el que acabó con ETA, ha querido presentar a esta banda poco menos como una organización derrotada durante su legislatura, como un éxito de su mandato. Pues no, señores, la semana anterior a la del comunicado de ETA, la Unidad Antiterrorista de la Guardia Civil formuló y remitió un informe a la Fiscalía de la Audiencia Nacional diciendo que "no existe ningún movimiento o actividad por parte de ETA que sugiera el fin de la violencia y el abandono de las armas". Dicha información se apoya en los boletines internos interceptados a la banda durante los últimos meses. En ellos, los activistas de ETA defienden la permanencia del entramado armado de la banda, en coexistencia con el político. Además, se habla de "actividad" en el País Vasco y Francia.

La Guardia Civil también ha alertado de la existencia por parte de ETA de dos grupos operativos de información en actividad, integrados por cinco o seis personas cuya misión es "preparar la vuelta a la lucha armada analizando los posibles objetivos sobre los que poder volver a actuar". O sea, esta banda de asesinos no tiene intención de disolverse, sino, todo lo contrario, aprovechar la tregua, como ya ha hecho en varias ocasiones, para reorganizarse, armarse, obtener información para sus futuros objetivos... Esa es la realidad.

¿Que ETA está acorralada y controlada? En efecto. Sin embargo, sus componentes no descansan, siguen activos y su estrategia no ha cambiado. Por este motivo, no puede darse veracidad a este nuevo comunicado.

Se ignoran los "acuerdos" que el Gobierno ha alcanzado con ETA, y, aunque se niegue la existencia de contactos, no parece que sea así, pues en realidad los ha habido, aunque antes, como para la legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional con el máximo interés del Gobierno; beneficios penitenciarios a De Juana Chaos, acercamientos de presos a Euskadi; celebración de la Conferencia Internacional de la Paz, con la que ETA internacionalizó su existencia y pretensiones y que solo han servido para beneficiar al mundo abertzale.

Ante estos hechos no podemos hablar del final de ETA ni del cese de sus acciones armadas, la banda sigue existiendo y dispuesta a actuar cuando y donde mejor le convenga. ¿Quién puede garantizar que algunos de sus componentes, disconformes con el comunicado, no reanuden por su cuenta la actividad terrorista?